Diego Ojeda, profeta en tierras lejanas

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Diego Ojeda: «La música me liberó de pretender ser algo que no soy, en una profesión en la que todos comparan cifras de ventas, asistencia o incluso redes sociales»

 

Diego Ojeda es un cantautor, escritor y empresario nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1985. Admirado por muchos artistas de nuestro país, es un tipo discreto y humilde a pesar de su exitosa carrera con siete elepés a sus espaldas, decenas de miles de copias vendidas, varias canciones con más de cinco millones de escuchas en Spotify, medio millón de copias vendidas de sus libros y cientos de miles de seguidores en redes sociales. Actualmente, se encuentra afincado en México desde hace más de una década, desde donde sigue desarrollando su legado trabajando duro, alcanzando la friolera cifra de setenta conciertos en un año. Charló con él Jagoba Estébanez, una conversación en la que repasaron los inicios de su carrera, el estado de la música en México, sus intenciones futuras y su nuevo disco.

 

Texto: JAGOBA ESTÉBANEZ.
Fotos: KAREN PADILLA.

 

La música es litisconsorte para Diego Ojeda, bálsamo ante las tempestades y faro en medio del Atlántico que guía su camino vital durante la calma chicha, siempre hacia sus sueños. «Gracias a la música me pude reencontrar con mi propia esencia durante una época oscura en mi vida, y considero que ese ha sido mi mayor éxito. Me liberó de pretender ser algo que no soy, en una profesión en la que todos comparan cifras de ventas, asistencia o incluso redes sociales. Conectar con mi esencia me alejó de la ansiedad y de procesos dolorosos, al reconocer quién soy realmente y qué es lo que me hace sentir bien», confiesa nuestro protagonista.

 

Una conexión canaria muy especial
Psicopedagogo de formación, trabajó en educación entre Canarias y Madrid durante doce años, periodo que recuerda con gran cariño. A pesar de la estabilidad que pueda brindar un trabajo fijo y una buena retribución, abandonó una profesión vocacional por algo que estaba acaparando la mayor parte de su tiempo, la música. Una decisión arriesgada, aunque ineludible desde que los caprichosos caminos del destino empezaran a forjarse varios años atrás entre Canarias y México. Corría el año 2005 cuando un bisoño Ojeda, apenas bregado en una docena de bolos, contactó con el Colectivo Canario de Autores y Cantautores donde conoció grandes amigos del gremio como Luis Quintana o Ángel Ravelo. Este último acababa de llegar de México, compartiendo una serie de andanzas de las cuales Diego quedó prendado y estableciendo un vínculo entre los dos lugares que perdura a lo largo de los años. «Varios años después de aquello, y tras haber grabado en Madrid, había gente que me contactaba desde México a través de Myspace, por lo que en 2009 me aventuré a coger las maletas y pasar el verano allí sin tener ningún concierto cerrado en avance. Gracias a la conexión que habían hecho previamente los cantautores canarios mayores que yo, varios artistas mexicanos con carreras ya consolidadas me recibieron con mucho amor, invitándome incluso a cantar en sus conciertos, como Edgar Oceransky, uno de los cantautores más famosos del país», recuerda el insular con un sentimiento entre nostalgia y emoción. «El público fue muy bueno conmigo a pesar de que yo estaba más verde que una lechuga, y desde ese viaje hubo una magia que se mantiene hasta la fecha y que ha ido creciendo a lo largo de los años hasta ocurrir cosas que nunca hubiera imaginado», prosigue con orgullo.

 

 

Panorama musical en México
Poco tiene que ver el panorama musical centroamericano con la delicada situación que atraviesan los músicos en nuestro país y que analizábamos con detalle en Efe Eme, de la mano de Amaro Ferreiro, Ricardo Lezón, Maren, Esther Zecco, Fabián, Jaime Anglada y Alejandro Pelayo. Comparamos ambas realidades de la mano de nuestro protagonista, buen conocedor del estado de salud musical mexicano. La primera diferencia radica en el público. «México es muy diverso y amplio en cuanto a lo musical, con un público nada fácil, exquisito y peculiar, que requiere de atención y cuidado continuo, aunque muy fiel. Tengo personas que siguen viniendo a mis conciertos desde hace doce o trece años, cosa que en España no ocurre de la misma manera, donde el público es más volátil, más cambiante».

 

Diego Ojeda: «Poco a poco me fui escapando hacia México y descuidé mi carrera en España. Me gustaría volver a hacer giras más grandes aquí y creo que ahora es el momento»

 

Siguiendo por la cultura arraigada de un país que casi triplica en población al nuestro: «La pasión por la música es tal que, para los mexicanos, el consumir música en directo entra dentro de su canasta básica junto con los gastos de la casa y los alimentos. La confluencia de eventos en directo es alucinante; hace poco toqué en el auditorio nacional y el mismo día había como diez eventos simultáneos en la ciudad, y todos ellos de gran calibre, como Los tigres del Norte en concierto».

Pero algo muy relevante y de gran enjundia reside en lo relativo a sus salas, tan mermado en España para los cantautores por diversos factores. «En México hay un circuito independiente para la trova (nombre por el que allí se conoce a la canción de autor) basado en peñas. Esto no son bares, ni auditorios, ni siquiera salas de música, son unos espacios donde no hay trabas legales como las que tienen las salas en España en cuanto a los permisos, restricciones o el acceso de menores. Aquí el circuito que iniciaron otros es enorme y lo cuidamos los propios músicos, siendo yo uno de los más activos actualmente».

Sin olvidar el precio que se pagan por las entradas, donde la experiencia personal de nuestro cantautor es muy sustancial. «En ningún concierto mío se han pagado menos de treinta euros por entrada. Y no me refiero solo a México, sino en toda Latinoamérica, ya sea en Guatemala, Colombia o Ecuador, por ejemplo, sea la ciudad que sea. En España no es habitual cobrar más de doce o quince euros en este tipo de conciertos de cantautor. Y claro, esos valores son mucho más llamativos si tenemos en cuenta el salario medio en ambos países».

 

¿Nadie es profeta en su tierra?
Bien es cierto que el grueso de los seguidores del grancanario se encuentra en México y que es allí donde reside, pero su éxito en España fue algo más que anecdótico. Sus comienzos no pasaron desapercibidos y crecieron de manera exponencial, tanto que la situación le terminó desbordando. «Ni me lo esperaba, ni estaba preparado… me pilló absolutamente por sorpresa. Pasé de tocar en la antigua Pipiolo de Barcelona para veinte personas, a llenar la sala Apolo en la misma ciudad o el teatro Fernán Gómez en Madrid en cuestión de meses. Se juntó con el éxito de mi libro Mi chica revolucionaria y con dos canciones de mi disco Amenizaje que pegaron muy fuerte, además del pelotazo de mi editorial y el nacimiento de mi primera hija. No lo supe gestionar y no lo llevé bien. Subía al escenario cagado de miedo y no disfrutaba nada, por lo que poco a poco me fui escapando hacia México y descuidé mi carrera en España», sentencia sin paliativos. Desde entonces nunca ha dejado de venir por aquí para visitar a su familia y dar algún concierto de manera esporádica y, aunque el trabajo apenas se lo permite (solo en 2023 dio setenta conciertos en México, una cifra al alcance de muy pocos en nuestro país), afirma que le gustaría cruzar más el charco y tener más presencia en su tierra natal. «En algún momento me quedó el resquemor de lo ocurrido en España, aunque la verdad es que soy muy feliz en México, donde tengo la vida hecha, un equipo de trabajo increíble y un público maravilloso. Pero algo en mí dice que me gustaría volver a hacer giras más grandes en España y creo que ahora es el momento de hacerlo, puesto que estoy dando buenos conciertos. Esto es una cosa genuina y lejos de cualquier ego. Dicho esto, soy consciente de que he perdido mucho público en España y la responsabilidad es solo mía, así que voy a tener que dedicarle un poco más de energía a esa posible vuelta. Además, debo decir que no hay lugar más difícil que Canarias para ser profeta en tu tierra».

 

 

Su nuevo trabajo
El fin del ayer (2023) es el último éxito de Diego Ojeda, un elepé con una decena de cortes de temáticas personales, siendo este el primero que incluye coautoría en varias de las letras de las canciones, además de géneros muy variados, entre los que tienen cabida el tango, el pop, la bachata, el mariachi, el bolero, el regional mejicano y tan solo una pieza al más puro estilo cantautor. En lo que respecta a estilos, sigue teniendo ese sello que le caracteriza al más puro estilo Silvio Rodríguez, ahora más latino que nunca, aunque probablemente sea también fruto del proceso madurativo además de la inmersión en el país norteamericano. Aunque no cabe duda de que la aventura americana transforma a los artistas, como viene siendo costumbre este siglo en nuestro país con casos tan evidentes como los de Xoel López, Bunbury, Rebeca Jiménez o el más reciente de Leiva, casi dos décadas después del ya olvidado Laboratorio Ñ junto a Quique González, Amaral, los propios Deluxe y Pereza en tierras argentinas. «Mi universo musical se ha enriquecido mucho todos estos años en México y recorriendo Latinoamérica. De todos modos, la variedad de estilos musicales en este último disco no ha sido algo premeditado», nos aclara el compositor.

 

 

Polifacético
Lector insaciable, si algo se considera Diego Ojeda por encima del resto de las cosas, es escritor. Ha vendido alrededor de un cuarto de millón de libros escritos por él, donde destaca el éxito rotundo del poemario Mi chica revolucionaria, que ya se encuentra en la vigésima edición.«La literatura me aporta mucha riqueza y amplitud a la hora de escribir. La poesía me traslada a otro mundo, y leer tanto ha sido determinante en mi carrera, porque sin ser uno consciente del todo, después te sale una amalgama de todo lo que has leído». Como Elvira Sastre indica en el prólogo de este superventas: «Diego es tierno, cariñoso, inseguro, soñador, frágil, valiente, amigo y sincero, y lo más bonito de él es que a veces se le olvida. Por eso devora poemas y poetas: para que se lo recuerden (bien sabemos que leer poesía es mirarse a uno mismo, darle la vuelta a tus propios ojos). Leerle es alcanzar otra altura, partir desde un suelo diferente, salir de ti para acabar no se sabe bien dónde, pero sí cómo: a salvo».

 

«La aventura americana transforma a los artistas, como viene siendo costumbre este siglo en nuestro país con casos tan evidentes como los de Xoel López, Bunbury, Rebeca Jiménez o el más reciente de Leiva»

 

A pesar de ello, para él la música y la literatura son dos universos paralelos, nunca habiendo musicado un poema suyo, ni habiendo escrito un poema a partir de la letra de una canción.

Como si componer música y escribir libros no fuera suficiente, nuestro artista también es empresario al frente de la editorial Mueve tu Lengua, publicando obras de un sinfín de escritores, donde se encuentran viejos conocidos de nuestra revista como Pedro Guerra, El Chojín, El Kanka, Ismael Serrano o Tontxu, además de la ganadora del Premio Planeta, Espido Freire, o el ganador del Premio Primavera, Màxim Huerta. «La editorial es lo mejor y lo peor que me ha pasado en la vida. No era algo que yo buscaba, aunque menos imaginaba que llegaríamos a vender millones de libros, lanzando a tantos escritores noveles que luego se convirtieron en bestseller. Mueve tu Lengua me ha traído cosas maravillosas a nivel personal, artístico y económico, sirviéndome también como una gran lanzadera. Pero también me ha supuesto un desgaste brutal, porque yo soy más artista que empresario. Por suerte, ahora he podido deslindarme de la editorial y centrarme mas en mi parte artística, puesto que es muy difícil gestionar todo esto».

Desde aquí deseamos que entre tanto ajetreo Diego Ojeda encuentre el tiempo y las fuerzas necesarias para brindarnos una gira a lo largo de nuestro país, cautivando al público con la luz de ese faro atlántico que le seguirá guiando en su camino vital. Y convirtiéndose, al fin, en profeta en su tierra.

 

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