El documental sobre Antonio Vega “Tu voz entre otras mil” le confirma a Diego A. Manrique que en España, “los muertos, incluso los de peor aspecto, adquieren instantáneo olor a santidad”. “¿No lo creen? Al hijo de la folclórica ‘se le partió el corazón’ tras morir la mamma. El cantante emotivo que apareció cadáver en Malasaña era ‘un enfermo’. Los caídos por el sida sufren una misteriosa ‘larga y penosa enfermedad’. Ese proceso de beatificación automática reaparece en la artificial controversia generada alrededor del documental sobre Antonio Vega. La familia anda indignada con el montaje final de ‘Tu voz entre otras mil’, las imágenes de Las Barranquillas y demás”, escribe en “El País” .
“No detecto sensacionalismo en la película de Paloma Concejero. Al contrario: se ha embellecido la vida de Antonio, con abundantes tomas de playas, montañas, nieve. Quienes conocieron su cotidianeidad podrían aportar vivencias descarnadas, deprimentes, crueles”, añade.
“Tu voz… es respetuosa y melancólica, jarabe fácil de tragar”, concluye Manrique. “Los benditos que idealizan a sus ídolos harían bien en alejarse […] no encontrarán mezquindad, morbo o carroñeo. Podrán seguir en el rebaño de los felices creyentes en que los niños vienen de París.”