DISCOS
«Con el tiempo, las críticas al disco se han convertido en elogios; hoy en día, nadie duda de su calidad»
Rory Gallagher
Deuce (Deluxe edition)
POLYDOR/UNIVERSAL, 2022
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Si tuviera que escoger mi disco favorito de Rory Gallagher dudaría mucho entre Deuce (1971) y Tattoo (1973), segundo y cuarto trabajo respectivamente de su carrera, tras abandonar Taste. Curioso, porque Deuce, del que se acaban de celebrar los cincuenta años de su edición, no fue precisamente bienvenido por la crítica. Palos recibió unos cuantos: que si estaba mal producido, que si estaba mal mezclado, que era demasiado austero, que no tenía canciones… Adjetivos como rural, pedante, pedestre, casero y cutre le cayeron encima sin mucho problema. Solo Rolling Stone lo defendió levemente, asegurando que «no es que no sea un buen álbum. Que no sea un gran éxito mundial no es tan malo». Con el tiempo, esas críticas se han convertido en elogios; hoy en día, nadie duda de su calidad y encontrarlo elegido como uno de los favoritos de muchos no es solo cosa del que escribe. Johnny Marr, guitarrista de The Smiths, asegura en las notas que acompañan a su reedición en formato deluxe, y a la que ahora iremos, que «fue un punto de inflexión completo para mí como guitarrista».
Grabado en los Tangerine Studios de Londres, seis meses después de su homónimo disco de debut, Deuce llega a las tiendas. Arranca con “Used to be”, que pone toda las cartas encima de la mesa, y boca arriba. Blues rock con una buena dosis de psicodelia que recuerda, y mucho, a Jimi Hendrix, aunque en su segundo tema, “I’m not awake you”, el irlandés también demostrara que si es cuestión de meterse en otros terrenos más folk, sin dejar la psicodelia, también es capaz de salir victorioso del entuerto.
Por ahí seguirán los tiros con “Don’t know where I’m going”, en la que alguno puede llegar a plantearse si el que suena no es el mismísimo Bob Dylan, para virar hacia el jazz en “Maybe I will”. A estas alturas, preguntarse cómo se pudo dudar en algún momento de este álbum sería lo normal. “Whole lot of people” finaliza la primera cara con el que, quizá, sea el mejor solo de guitarra del disco. Solo quizá, ya saben.
Segunda cara y “I’m your town”. La canción menos imprevisible del álbum también es uno de sus grandes momentos. Aunque… ¿cuál no? Desde luego “Shoul’ve learnt my lesson” no es candidata. Tres minutos y medio de una clase magistral de guitarra. “There’s a light” es el tema más oscuro, para dejar el final a la acústica “Out of my mind” y “Crest of wave”, con un riff tan sencillo como demoledor, y otro ejercicio de guitarra aplastante.
Ahora puede adquirirse de nuevo el disco en la edición deluxe, formato con tres cedés o tres elepés, con el concierto del París Theatre del 13 de enero de 1972 para la BBC incluido, y unas cuantas rarezas y tomas alternativas que harán las delicias de cualquier seguidor de uno de los grandes de las seis cuerdas. Para no pensárselo.
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