“El disco tiene muchos colores, pero mi prioridad es que tenga voz propia, que se siga reconociendo la voz de Depedro”
Depedro continúa explorando territorios musicales en los que hacer avanzar su música en «La increíble historia de un hombre bueno», su nuevo disco.
Texto: ARANCHA MORENO.
Consolidado como un viajero musical, en su propio proyecto o integrado en Calexico, Depedro (Jairo Zavala) se aferra en su nuevo disco, «La increíble historia de un hombre bueno», a las buenas canciones, a contar historias y dotarlas de colores de los lugares que pisa y los músicos con los que colabora, aquí, además de John Convertino (Calexico), participa el mismísimo Tony Allen a la batería.
Se habla del disco como el fruto de una vuelta al mundo. ¿Es una vuelta al mundo a través de canciones?
Desde luego, la música siempre es un vehículo muy agradable en el que te montas, y te paras para hacer descansos, y recoges acentos y colores que te ayudan a maquillar las canciones del disco.
¿La idea inicial era viajar y componer, o la idea era viajar, y los viajes te llevaron a las canciones?
Yo viajo porque voy a tocar, me encantaría viajar por placer, pero es una especie de accidente, pasa, no hay algo premeditado. Tengo la fortuna de tocar en mi país y fuera de él. Tocar con otros músicos que son fuentes de inspiración.
Italia, Suecia, Reino Unido, Bélgica… Por todos esos países te has movido los últimos años y te has creado un hueco, ¿no?
Sí, estoy un poco sorprendido de que tenga aceptación fuera.
¿Qué enseñanzas te has traído de estos viajes?
Lo que más me gusta es traerme amigos, conocer gente que te aporta, que te enseña otra mirada, ver las cosas de otra forma… He estado en Brasil, haciendo un proyecto social en una favela de Río de Janeiro y ha sido maravilloso.
¿Qué grupos, o qué estilos han marcado este disco?
Sobre todo los colaboradores del disco. Bernard Funning, un cantautor australiano que conocí a través de la música y colaboró en el disco; con Nick Urata de Devotchka, nos hemos encontrado en festivales y soy superfan de su grupo; mi compañero de viaje John Convertino, de Calexico, y la mirada a África de Tony Allen, que ha tocado la batería.
A pesar de las colaboraciones y los viajes internacionales, probablemente el secreto de este disco es que no has perdido el cable a tierra. Al margen de viajar fuera, sigues bien atado a España.
Claro, mi familia está aquí. Yo soy de los que se quedan y de los que vuelven.
¿Eso cambia tu visión de esta historia?
Me hace apreciar lo que tengo, y me da perspectiva, sí.
Te ha salido un disco homogéneo por un lado y heterogéneo por otro. ¿Cómo habéis logrado que no suene demasiado a todos sitios, y se os escapase a lugares muy diferentes?
Sí que tiene muchos colores, pero mi prioridad es que tenga voz propia, que se siga reconociendo la voz de Depedro, esa es la lucha. Bueno, la lucha no, el proceso.
Lo has grabado en tres estudios de lugares distintos: en Tucson, París y en Madrid.
En casa he hecho maquetas, hay cosas que no han entrado en el disco, pero la mayor parte del disco fue en Arizona. Lo de París fue porque Tony Allen vive allí, y era más fácil que Mahoma fuera a la montaña.
El sonido final se ha concebido en el estudio de Arizona, entonces.
Sí, la mezcla y todo se ha hecho allí. Tienen mucha culpa en el sonido que tiene el disco.
En España tienes un público acérrimo que te sigue. ¿Crees que les vas a sorprender, o ya les tienes bien aleccionados, sorprendiéndoles?
Creo que el disco es un paso adelante, que no cae en la misma sonoridad de los anteriores. Creo que sí se van a sorprender.
De alguna forma, os convertís en guías musicales del público…
¿Tú crees? Pues mira, qué bien. No lo sé, no conozco los gustos del público. Yo solo sé hacer canciones pequeñitas.
¿Está bien partir de lo concreto para llegar a lo general?
A mí me interesa lo cercano, es más palpable, tiene más que ver conmigo.
¿De ahí que se llame “La increíble historia de un hombre bueno”?
Por supuesto. La culpa de la portada la tiene Paloma Zapata, me estuvo enseñando fotografías de finales de los años treinta, de la Gran Depresión americana, de familias a las que les había pasado algo trágico en su vida, seguían vistiendo buenas ropas pero gastadas, y no habían perdido una mirada digna. Quería reflejar eso, y lo ha hecho perfectamente.
Da la sensación de que concibes la música con una mirada muy abierta, muy plural.
Me gusta beber de muchas fuentes, no me gusta comer lentejas todos los días. Ir más allá, si no sería muy aburrido.
¿Qué planes tienes para la gira?
En junio estamos en EE.UU., julio y agosto vamos a Europa, septiembre a Australia, y volvemos en noviembre y diciembre a España otra vez.
¿Está siendo fácil llevar este disco a los escenarios?
Es muy fácil, porque tengo una pedazo de banda: Lucas de Pez Mago, Raúl Márquez de Olivenza, Héctor Rojo de Blue Perro y a Andrés Lewin a la batería.