Depedro: Esencia honesta

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“Quería que este disco tuviera una esencia muy honesta a la hora de transmitir la emoción de las canciones, y eso no hay manera de hacerlo sino tocando música con otros corazones en una misma habitación”

 

Jairo Zavala acaba de publicar “Pasajero”, un nuevo disco en el que ha invertido tres años de trabajo, mientras giraba y seguía realizando otros proyectos. Una gestación intensa que arrancó en Senegal y que terminó en Arizona, donde lo grabó. Una entrevista de Marta Sanz.

 

Texto: MARTA SANZ.

 

Cuando un disco sale a la venta es fácil ver todos los interrogantes que conlleva. Falta por conocer la acogida del público, acompañar su periplo por tiendas y escenarios, escucharlo en voces ajenas y emisoras. Pero esos huecos en blanco velan muchos pasajes de un viaje lleno de historias, hoy firmadas por Depedro y aún habitadas por Jairo Zavala. Estas once canciones que parecen inexploradas tienen ya mucha vida en sus acordes. En parte por tres años de gestación de “Pasajero” (Warner Music, 2016), que respiró por primera vez en Senegal, y vio la luz en un estudio de Arizona. Pero sobre todo por una grabación valiente, “a la antigua usanza”, en la que la canción es lo que es sin opción a la reinvención de la nueva tecnología. Esta apuesta podría haber sido arriesgada sin los compañeros de viaje adecuados, pero Jairo tiene buenos amigos que además son grandes músicos, y por eso Depedro respira tranquilo al desprecintar su trabajo y estrenar estación. Hablamos con él en este nuevo comienzo, y por lo que hemos podido escuchar pedimos permiso para subir a bordo convencidos de que la travesía merecerá la pena.

 

Ahora que ‘Pasajero’ llega a las tiendas, ¿te inundan los nervios o las ganas?
El alivio. Alivio de haberlo conseguido, de haber terminado un proceso tan largo y que tanto trabajo me ha costado. Esta vez no ha sido fácil. Me encantaría decirte que soy prolífico y lo hago todo súper rápido, pero no, no es así. Este ha sido un disco muy meditado, con mucho trabajo. Disfruté de sus etapas, aunque también sufrí un bloqueo creativo.

 

¿Fue difícil superar ese bloqueo y sacar adelante el disco?
Sí. Pero pasó algo que me ayudó muchísimo. Paloma Zapata, una realizadora que vive en Barcelona, me propuso hacer un documental en Senegal, siguiendo la figura de un griot, y con esa escusa hacer encuentros musicales por todo el país. Esa experiencia fue un revulsivo. De hecho el disco tiene alguna de las canciones que compuse para ese documental (“Casamance, Soundtrack of a journey”, 2016).

 

Además de los músicos y productores implicados, ¿tienes otras referencias externas durante el proceso de creación?
Por supuesto, toda la gente que más me conoce que es mi familia, y sobre todo mi mujer y los amigos que tengo cerca. Ellos me dan su opinión antes de llegar a la grabación, luego saben que no hay marcha atrás (risas). Me dan su opinión brutalmente honesta.

 

¿Y qué reacción percibiste en esos oídos cercanos?
Durante hubo de todo, pero al final nueva. Pero eso es positivo, ayuda a que el resultado se acerque al ideal romántico que tienes en mente, por decirlo de alguna manera.

 

Después esta composición pausada y pedaleada, entraste en la grabación en barrena, y en analógico.
Sí, se grabó a la antigua usanza. Primero porque el sonido me gusta mucho, pero también por las limitaciones que te obligan a disfrutar. Las opciones ilimitadas que te da la tecnología – grabar por partes, que pidas audios desde el otro lado del mundo y te los manden por correo electrónico…– no te permiten tomar decisiones en el momento. Lo audios los tienes ahí, luego ya se verá lo que haces con ellos. Es un ciclo de edición sin final. Yo quería que este disco tuviera una esencia muy honesta a la hora de transmitir la emoción de las canciones, y eso no hay manera de hacerlo sino tocando música con otros corazones en una misma habitación. Que se produzca esa sinergia y esa magia que yo creo que tiene el disco. Eso hace que te exprimas, que hagas lo más sencilla la ejecución, que sólo toques lo que tienes que tocar.

 

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“Lo que se me hace duro es enfrentarme a mi propia frustración, a días malos en los que no veo manera de terminar un trabajo. Pero el tiempo siempre te ayuda”

 

La complicidad con el equipo es entonces imprescindible.
Desde luego. Yo siempre digo que varios músicos virtuosos se pueden juntar, y sin conocerse de nada tocar, pero no tiene por qué surgir la magia. Pero un grupo de amigos que lleva cinco años o seis años tocando en el local juntos cada tarde, esa suma produce muchas veces cosas imposibles de reproducir para otros. Yo tengo la suerte de tener unos compañeros de viaje que son Calexico, y los llamé para grabar este disco porque con ellos tengo esa conexión, y es muy fácil llegar a puertos comunes.

 

¿Cómo se vive esta forma de trabajar?
Es una dicotomía. Por una parte sufro porque soy muy vehemente, y quiero ver el resultado cuanto antes. Pero a la vez sé que no se puede forzar, que hay que esperar esos momentos mágicos que quiero ver en la cinta.

 

La impaciencia ha tenido que ser difícil de llevar estos años lejos del estudio…
Bueno, he hecho muchas cosas: he girado, he tocado por muchos sitios… lo que se me hace duro es enfrentarme a mi propia frustración, a días malos en los que no veo manera de terminar un trabajo. Pero el tiempo siempre te ayuda. Después del documental me dije: “Ya está, ya lo tengo, empezamos de nuevo’.

 

Y la espera ha merecido la pena porque el resultado tiene joyas talladas como ‘La casa de sal’, en la que te acompaña un cuarteto de cuerda.
Sí, yo tenía esa espinita clavada. He grabado y he hecho arreglos para cuerda en anteriores proyectos, pero esta vez quería delegar en un maestro de los sentimientos como es Tom Hagerman. Cuando le llamé y vino a grabar este disco se trajo a cuatro miembros de la sinfónica de Tucson y bueno, todo esto creo que se refleja en la canción. Me alegro que se perciba.

 

En otro de tus temas, ‘D.F.’, te acompaña una voz tan reconocible como la de Enrique Bunbury. ¿Cómo surgió esta colaboración?
La canción la tenía compuesta hace mucho tiempo, pero quería grabarla ya. Aunque, ¿ves? Llegó tarde, le han cambiado el nombre a la ciudad (sonríe). Un amigo me propuso cantarla con Enrique, porque consideraba que la letra pegaba mucho con su historia musical y personal. Entonces se la mandé y le encantó. Fue muy elegante como siempre, un tipo con una ambición musical sin límites, en el buen sentido. Siempre está dispuesto a colaborar, y lo hizo maravillosamente.

 

 

El toque femenino de la grabación lo pone Gaby Moreno.
Esta mal decirlo, pero tengo grandes amigos. Gaby es una cantante guatemalteca, vino a Tucson a grabar los coros. Le ha dado un brillo y una calidad, una sofisticación a las canciones que nunca pensé que podrían tener.

 

Es coprotagonista de ‘Acuérdate’, un tema que llama la atención dentro del disco, e incluso dentro de tu discografía.
Es una especie de ejercicio de estilo, me recuerda a la época en la que empecé a tocar en bares. Llevaba recursos de la música negra, de los 50 y 60, y Gaby es una experta en este género. Esta canción es un punto y aparte en este disco.

 

Me llama la atención tu manera de escribir, con letras sencillas. Consigues transmitir sin perderte en vericuetos literarios. Te iba a preguntar si esa forma llana de crear sale de forma sencilla, pero después de hablarme del bloqueo creativo que has tenido estos años…
En realidad lo que me costó es hacer toda la obra. Yo iba teniendo canciones pero no estaban terminadas, les faltaba algo, no veía un disco completo, algo que me apeteciera mostrar. Podría haberlo grabado hace año y medio, pero no habría estado contento con el resultado.

 

¿Entonces la sencillez de tus letras esconde muchas vueltas?
¡Es que no sé escribir mejor, ya me gustaría! (risas).

 

Presentas un disco muy heterogéneo, con ritmos y tiempos muy dispares. ¿Cómo planeas llevarlo de gira?
Esta vez he sido muy ambicioso y voy a ir con un quinteto. Me fastidia mucho porque todos los músicos tocan mejor que yo (risas). Estoy muy ilusionado, es una propuesta muy ecléctica con estos artistazos que me van a acompañar y van a dar muchos colores, mucha fuerza y mucho ritmo al repertorio.

 

Tienes canciones grabadas con mucho apoyo instrumental, estas ¿serán reinventadas en el escenario?
Hombre, evidentemente no puedo llevar al cuarteto de cuerdas, pero con un quinteto se pueden conseguir muchas cosas. De todas formas en mis directos no canto siempre igual, cambio las canciones casi cada día, para mí sería muy aburrido hacerlo de la misma manera. Aunque sin aplastarla, sin que pierda su identidad.

 

Si uno mira tus giras pasadas, es asombroso el recorrido geográfico que hacen tus canciones. Has tocado en cada continente, en multitud de países y ante públicos muy diferentes.
Y soy un afortunado por poder hacerlo, y por tener una familia que me apoya.

 

Entonces los kilómetros no te han quemado.
De momento no, sigo curioso y sigo hambriento.

 

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