“Vestidos de felicidad, arrancaban con sonido de trompetas ‘Como el viento’ meciéndose al calor del público, que esperaba atento para corearla de principio a fin”
Depedro se ha enfrentado a seis conciertos consecutivos en Madrid, una gesta para la que no ha dudado en invitar a muchos amigos. La noche del jueves le acompañaron Coque Malla y Javier Ruibal. Allí estuvo Eva Rodríguez.
Texto: EVA RODRÍGUEZ. Fotos: MARTA SANZ.
Cinco noches y un día: así presentaba Depedro su serie de seis conciertos seguidos en la sala Galileo de Madrid. Todo un reto y un sueño para el artista de Aluche. Y no lo hacía solo: en las primeras noches había invitado a muchos amigos a compartir escenario, entre ellos Ángel Stanich, Fuel Fandango, Xoel López, Morgan, Los Coronas o a los Vetusta Morla. Pero aún quedaba mucho más.
El jueves 26 de octubre atardecía en Madrid con un calor de agosto. En la calle Galileo el otoño también pasaba de largo. A las ocho, hora de la apertura de puertas de la sala Galileo Galilei, una larga cola de gente esperaba para poder entrar mientras se debatía entre ponerse la chaqueta o quedarse en manga corta. Algunos se acercaban para preguntar si quedaban entradas, pero el aforo estaba completo desde hace días para los tres últimos shows. Quedaba saber quién o quiénes serían los invitados a la fiesta musical de Depedro esa noche.
Una vez dentro, y después de que el ecuatoriano Mateo Kigman caldeara el ambiente con sus ritmos de la Amazonía, a las nueve y media aparecían Jairo Zavala y su banda sobre el escenario. Vestidos de felicidad, arrancaban con sonido de trompetas ‘Como el viento’ meciéndose al calor del público, que esperaba atento para corearla de principio a fin.
La sugerente ‘¿Hay alguien ahí?’ de su último disco ,“El Pasajero”, introducía los primeros movimientos de lo que sería el compás de la noche, una fiesta de bailes constantes entre el auditorio y la banda. Mientras, entre bambalinas, asomaba la cabeza de un curioso observador, Coque Malla.
“La vida está llena de barreras y hay que romperlas”, decía Jairo para introducir ‘Nubes de papel’, canción que daba nombre a su segundo álbum, que arranca suave y va in crescendo hasta el estribillo, como cargándose de rabia y fuerza, para volver a relajar. El tema ‘D.F.’ se lo quiso dedicar a la capital mexicana después del terremoto sufrido, “porque la gente allí es de otro planeta y se está levantando”.
También interpretó ‘Te sigo soñando’, de su disco homónimo, y en ella el solista pidió que se encendieran todas las luces de la sala mientras se escuchaban las trompetas subidas a lo alto desde la segunda planta. Después tocaron su antagónica ‘Déjalo ir’ del último disco, u ‘Hombre bueno’, ‘Diciembre’ y ‘La Panamericana’, hasta completar más de una veintena de canciones.
“La vida está llena de barreras y hay que romperlas”, decía Jairo para introducir ‘Nubes de papel’, canción que daba nombre a su segundo álbum”
Cuando sonó ‘El pescador’, la banda al completo bajó del escenario porque, como bien dice Jairo: “Soy de Aluche y en mi barrio somos muy bailongos”. En círculo y en medio de la pista, muchos se animaron a seguirles, creando una atmósfera de fiesta caribeña en el centro de la sala. Era el momento entonces de presentar al primero de los invitados del día, Javier Rubial, al que nombró como “un tesoro musical” que ha vuelto a la capital. Ambos interpretaron ‘Ave del paraíso’ del gaditano, y ‘Tu mediodía’ de Depedro.
Tras esta maravillosa coincidencia faltaba por llegar el espía de detrás de las tablas, Coque Malla. “Estoy a punto de la lágrima toda la semana”, confesaba Jairo mientras se arrodillaba a la entrada del también solista, que saltó al escenario para interpretar frente a frente ‘Berlín’ y terminar fundidos en un abrazo.
“Cuando sonó ‘El pescador’, la banda al completo bajó del escenario porque, como bien dice Jairo: ‘Soy de Aluche y en mi barrio somos muy bailongos’”
Con la tradicional ‘Llorona’ hicieron el primer intento de despedida, caminando uno a uno hasta desaparecer, pero aún quedaba concierto. En los bises tuvo un guiño para sus amigos de Barcelona con ‘Chilla que tiemble’, a la que le siguió ‘Miguelito’ que originalmente era un homenaje a su amigo Lichis, y que esa noche dedicó a otro amigo llamado Bruno. “Este tiene amigos por todos lados”, decía una chica entre risas en el público. También, desde el recuerdo, interpretó un bolero de la canadiense Lhasa de Sela fallecida en 2010.
Ahora sí, era el momento de finalizar. Como compañeros de una misma tribu, la artística, todos los invitados acompañaron a Jairo con el último tema, ‘Comanche’, que ponía fin a cerca de dos horas de emocionante concierto. Era momento para la despedida, menos para los que aún tienen entradas, este viernes y el sábado, en los que continúa este intenso ciclo musical en Galileo con más sorpresas y amigos.
“Todos los invitados acompañaron a Jairo con el último tema, ‘Comanche’, que ponía fin a cerca de dos horas de emocionante concierto”