The Shadows
«Apache» / «Little B»
EMI, 1971
Texto: JUAN PUCHADES.
Confieso que este single lo compré exclusivamente porque ver la colección en la que lo habían incluido y que me entrara la risa fue todo uno. Además, sirve de ejemplo de la desidia histórica en la industria discográfica; en un caso como este más «industria» que nunca, entendida en su peor concepción, aquella de producir discos en serie sin caer en detalles tan nimios como que los Shadows era un grupo instrumental y este sencillo se incluía como volumen 17 de una serie que se llamaba ¡»Voces de Oro»! Más surrealista, imposible.
Pero ya puestos, y aunque estamos ante un producto insustancial en su valor histórico –más allá del humor que cada cual tenga, hay que reconocer que esta reedición no aporta nada, ni un diseño especialmente logrado–, bien merece la pena detenerse en los dos clásicos que contenía: En primer lugar, «Apache», el tema más celebrado del cuarteto británico –que comenzó su carrera como apoyo instrumental de Cliff Richard–, todo un monumento al rock de guitarras, con uno de los riffs más conocidos de la historia, obra de ese inmenso guitarrista que es Hank Marvin. Además, un soberbio trabajo de la percusión dotaba a esta pieza de un gran clima tribal. Las bandas sonoras del spaguetti-western le deben mucho a esta canción y a sus arreglos, un tema que les escribió a los Shadows el anónimo –por lo menos para mí– Jerry Lordan.
En la otra cara del single, «Little B», de 1962 y de ¡cinco minutos! de duración, la guitarra de Marvin puntea con swing, pero es la batería la que toma protagonismo con un larguísimo solo que cubre toda la parte central del tema (se extiende a lo largo de tres minutos, ahí es nada); entra brevemente el grupo y llega un segundo solo de batería para cerrar la canción, al que se le suma en los segundos finales la guitarra. Semejantes solos eran algo inédito en el rock de aquellos años y más propio del jazz. Un prodigio que se adelantaba a su tiempo pues esto de marcarse solos, y tan largos, no se vería hasta el final de la década, con los grupos psicodélicos y, sobre todo, en los años 70 con los progresivos y los sinfónicos.
Qué grandes fueron los Shadows y qué dos canciones. Quizás el avispado compilador de esta serie de singles fuera un melómano ingenioso y, al escucharlas, pensó que sí, que esa guitarra y esa batería «hablaban» y que bien merecían ser consideradas «voces de oro».