Moris
«Sábado noche» / «Nocturno de Princesa»
CHAPA DISCOS /ZAFIRO, 1979
Texto: JUAN PUCHADES.
Este fue el segundo single español, tras «Zapatos de gamuza azul», del argentino Moris, con dos temazos extraídos de su inagotable álbum Fiebre de vivir (1978). Y sí, hay que hablar de temazos porque «Sábado noche» y «Nocturno de Princesa» no pueden ser considerados de otro modo. Un rock y una balada, ¡la fórmula mágica de los singles perfectos!
«Sábado noche» es una canción urgente, casi desesperada, la válvula de escape de un camarero que sólo quiere quemar la ciudad en su noche libre. En realidad, podría ser un camarero o un currante cualquiera, poco importa, Moris retrata perfectamente esas necesidades perentorias, primarias del joven urbanita que sólo desea desfogarse tras deslomarse durante seis días: «Sábado a la noche / ya cobré / y mi dinero yo me lo gané / mi madre me dice / ‘ven y quédate’ / pero es sábado a la noche / y qué puedo hacer / lo gastaré por ahí / la invitaré a salir / a recorrer la ciudad / como yo soñé […] Trabajé en la semana / y esa es toda mi riqueza / y el sábado a la noche / me lo gasto en una mesa». La canción comienza como si fuera una balada, con la voz grave de Moris y su guitarra eléctrica como único acompañamiento, hasta que todo estalla con un riff machacón, prácticamente heavy y termina con un coro enloquecedor. Y es que la noche del sábado está a la vuelta de la esquina. Pese a las referencias al bar de Hortaleza, Moris Birabent escribió esta canción en Buenos Aires, aunque la remataría en Madrid, donde la grabaría para el mencionado Fiebre de vivir, con Tequila como banda de acompañamiento.
En el otro lado, este single incluye una de las más bellas canciones que compuso Moris en sus primeros días en Madrid, «Nocturno de Princesa», una balada inconmensurable, que relata el transcurrir del tiempo sentado desde la mesa de un bar –en este caso, en el Vips de Princesa–, mientras pinta un fresco de personajes y ambientes en uno de sus mejores textos, uno de esos que le valieron la fama de enorme narrador y de los que abrieron una nueva vía poética en el rock en español. Merece la pena reproducir su letra íntegramente:
Aquí estoy ahora esperando a nadie
esperando nada
y una Coca Cola tan roja y helada
y en el aire suenan miles de palabras
pero destruiría todas las palabras
te sumergiría y te ahogaría
y en una mirada me comprenderías
¿O son tonterías?
Y aquí estoy ahora en el Vips de Princesa
y en aquella mesa hay varias duquesas
una rubia inglesa come su hamburguesa
y en la barra un tío toma su cerveza
la música negra por los altavoces
y los camareros que tú ya conoces
Y escribo y describo
lo que voy mirando
los Beatles ya viejos
mirando a la gente
mil flores de plástico
un disco fantástico
Drácula que mira a King Kong con ira
y el Che Guevara gira que te gira
Y por la ventana casi ningun niño
sólo una escultura de duro aluminio
árabes, franceses
tíos que que parecen
hippies o burgueses
y un mundo borracho que va haciendo «eses»
que va haciendo «eses»
Las descripciones de la música que se escucha, de los carteles que se observan, del entorno son, simplemente, magistrales. Tanto como los arreglos musicales con guitarra acústica, un piano, unas voces de fondo casi como ecos que van y vienen, el silbido inicial, sus levísimos crescendos… Una canción, en suma, que cualquiera que pretenda dedicarse a esto de escribir en castellano debería obligarse a escuchar y a analizar.
Si quieres escuchar «Sábado a la noche», aquí la tienes:
Y aquí «Nocturno de Princesa»: