Debería cuidarme un poco más, de Perdón

Autor:

DISCOS

«Pop juvenil con un uso inteligente de la electrónica, letras sentimentales que pintan la tristeza, contraviniendo un tanto las melodías y la fuerza optimista de los instrumentos»

 

Perdón
Debería cuidarme un poco más
SONIDO MUCHACHO, 2024

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

En el verano de 2019, tres jovencísimos actores del Teatro Universitario de Murcia —Leyre, Irene y Arturo— se dan cuenta de que comparten gustos musicales y referentes, así que deciden dar un paso casi obligado: ellos tenían que formar también un grupo. Y así nació Perdón, un trío del que ahora recibimos su primer trabajo, que no desmerece del de esos referentes que lo hicieron surgir.

Las reseñas y promos que lean utilizan de forma muy alegre la palabra tontipop, para lo que no es más que pop juvenil, con un uso inteligente de la electrónica, letras sentimentales que pintan la tristeza, contraviniendo un tanto las melodías y la fuerza optimista de los instrumentos. Todo esto ya se observaba en el primer single, “Desaparecer”, con factor bailable y más miedo a la adultez en la letra que a una bomba nuclear. Es esto lo que la hace fascinante, que está hecha con los mismos mimbres de otras canciones luminosas y alegres, pero ajustada a la pulsión del pánico.

El segundo adelanto del álbum fue “Tiempo libre”, a pachas con Aiko el Grupo, donde la letra vuelve a meterse de lleno en el spleen adolescente. Esa angustia de tener tiempo libre, ganas de nada y consejos adultos sobre cómo aprovechar la vida vuelve a estar envuelta en la melodía más adictiva y la instrumentación más sencilla, con dejes sesenteros y producción que mira de reojo a Family o a Le Mans.

Y, por último, poco antes de la salida del álbum, y en sincronía con la estación del año, apareció “Primavera” que, esta sí, marca el rito de paso hacia esa adultez que tanto miedo les da: acabar la universidad. Hasta este momento, nos han dado canciones que reflejan los veinte años, en esta que abordamos desde un punto de vista íntimo. Hay paseos, sensaciones del presente y del futuro y una visión agradable de la llegada de la estación y sus hormonas. A partir de este momento, ya empieza el elepé.

Un elepé que va ofreciendo más claves y que comienza con “No te quiero olvidar”, que recuerda aquella época en la que todas las canciones pasaban por el casiotone. El que empiece a conocerlos por aquí observará letras cotidianas, llenas hasta la médula de coloquialismos, que llegan a abarcar lo vulgar, y —a la vez— un fondo trágico, en que siempre está presente el amor. En “Igual, amor” ya nos encontramos una canción sentimental de las de toda la vida, entre la ruptura y las nuevas esperanzas, pero pimpante y llena de color, con esos fondos y bases electrónicas directas. También bascula entre ritmos alegres y delirios del corazón “Y seguí durmiendo”.

Si pasamos al capítulo de las colaboraciones, aparte de la de Aiko el grupo, nos encontramos con Ana Cano en “La identidad fatal del enamorado”, historias de desamor al borde de la degradación y de la autoindulgencia, y “Plan Bolonia 2009”, con Marcelo Criminal, que retrocede un poco al ambiente de la Selectividad y los primeros cursos de carrera. Una de esas canciones imperfectas, pero humanas y llenas de vida, entre ese registro coloquial que se llena de ironía y que tan bien utilizan.

De regusto naif es “Absolutamente nada”, con melodía de canción infantil tradicional, que crea un justo engarce con la letra, llena de indolencia. Como también lo es, en cierto sentido, “Quiero seguir así”, la que cierra el disco, un perfecto epílogo con mensaje filosófico: todo se acaba, las flores se marchitan, casas que se derrumban y un mensaje muy claro: «No me da la gana, / yo quiero seguir aquí».

Son doce canciones que no llegan ni a la media hora, van a lo esencial y suenan inocentes —quizá ambas cosas sean lo mismo—, usando la música chicle para entender qué le sucede a ellos y qué sucede a su alrededor. Es decir, cuestiones políticas que reniegan de las imposiciones sociales o de la exigencia de entrar en cauces marcados por el sistema.

Anterior crítica de discos: Gravity stairs , de Crowded House.

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