De estreno: Ricardo Moya

Autor:

«Si juntas todas mis canciones forman un puzle sobre mí; si quitas una, me falta una pieza»


Tras años delante de la cámara, el presentador de El Sentido de la Birra debuta en la música con un discolibro titulado Carne en pijama. Esta es su historia.

 

Texto: EFE EME.
Foto: VELASCO & HU.

 

Detrás del sentido del humor que le acompaña al frente de El Sentido de la Birra, existía en Ricardo Moya una vocación por cantar y escribir sus propias historias desde que cogió una guitarra por primera vez a los doce años. Y lo ha hecho en Carne en pijama, un librodisco en el que habla de trabajos precarios, música, amores difíciles y la vida de músico de bar, entre otras muchas cosas. Un universo musical en el que bebe de referentes como Albert Pla, Nirvana o Triana.


¿De dónde vienes?

De Burjassot, Valencia. La única banda que he tenido se coció en un bajo de esa ciudad y se llamaba Steel Rose. Hacíamos rock melódico en inglés. Ahí conocí al Escocés, mi compañero de crímenes musicales.

 

¿Cómo nace el proyecto?
Llevo cerca de diez años queriendo hacer un disco, y justo cuando estaba empezando a grabar las primeras maquetas apareció El Sentido de la Birra y lo eclipsó todo. Por suerte, a los cuatro años de hacer entrevistas, el éxito que ha tenido el programa me ha permitido autoproducir ese disco a unos niveles que nunca habría podido soñar.

 

Describe tu sonido.
Si fuera un sabor, sería el umami.

 

Principales influencias.
Foo Fighters, Albert Pla, Nirvana, Daniel Higiénico, Los Punsetes, Javier Krahe, Gustavo Cerati, Frédéric Chopin y Paquita la del Barrio.

 

¿Cómo definirías tu nuevo disco?
El disco como tal no existe, es un libro en el que cuento mi historia como músico, desde la primera guitarra hasta la grabación del álbum. Tiene un QR en la primera página que te permite descargar las canciones, escucharlo en Spotify o acceder al audiolibro en Podimo.

 

Tu disco suena, o te gustaría que sonara, como los de…
Me gustaría que sonara como un casete de gasolinera, pero con Manuel Tomás como ingeniero es imposible que suene a otra cosa que a gloria bendita.

 

Cinco discos de cabecera.
Unplugged, de Nirvana; Y ahora qué, de Reincidentes; Break the circle, de Staind; Supone Fonollosa, de Albert Pla, y El patio, de Triana.

 

Cinco canciones perfectas.
“Born to be wild”, de Steppenwolf; “El lago”, de Triana; “Mi agüita amarilla”, de Los Toreros Muertos; “Pretty pimpin”, de Kur Vile, y “Simulacro”, de Rafael Berrio.

 

¿Prefieres estudio o directo?
Directo.

 

¿A quién te gustaría telonear?
A Raphael.

 

¿En qué disco de homenaje te gustaría participar?
En el mío, a modo póstumo.

 

 

¿Qué canción del disco es la que mejor te representa y por qué?
Todas, si las juntas forman un puzle que soy yo; si quitas una, me falta una pieza.

 

¿Cómo eres encima de un escenario?
Soy alguien que pasaba por ahí y se ha puesto a tocarte unas canciones. Suelo ir acompañado de mi fiel escudero, El Escocés, cuando vamos en formato dúo, pero ahora estamos montando una banda para conciertos más grandes, y la verdad es que suena como un trueno, y me vengo arriba. Soy muy de cabecear y bailar con la guitarra a cuestas.

 

¿Qué planes tienes este año?
Intentar pisar todo escenario que se me ofrezca, vender todos los libros posibles, comer más sano y hacer ejercicio.

 

Tienes cincuenta palabras para vender tu primer disco. ¡Adelante!
Me he pasado los últimos cuatro años hablando de la vida y los proyectos de otras personas en mi programa, y ahora es el momento de contarte un poco quién soy, no solo a nivel narrativo, que también, para eso está el libro, si no a nivel emocional e íntimo, y para eso están estas diez canciones, diez ventanas por las que asomarte a mi patio interior y tender la ropa.

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