«Con las canciones permanecimos en la humanidad, pero la hicimos un poco más androide; no para esconder, sino para potenciar»
Andreu Cunill ahora camina en solitario al frente de Bentornät, un proyecto que nació a raíz de un cambio vital y dio como resultado una colección de canciones tan eclécticas, como sencillas y cercanas. Psicodelia de proximidad, lo llama él. Sonidos envolventes, decimos nosotros. Hoy nos presenta su propuesta y nos acerca a su álbum de debut, Canapost.
Texto: XAVIER VALIÑO.
Bentornät es el nuevo proyecto de Andreu Cunill, que edita ahora su debut, Canapost, el vent i l’home invisible, un disco compuesto en tiempo de libertad. Sin virus, ni confinamientos, ni mascarillas, ni otras palabras que parecían escondidas en la inmensidad del diccionario hasta no hace mucho tiempo y que ahora invaden nuestro día a día con virulencia. Todas las canciones fueron escritas con un ukelele y en el pueblo de Canapost, en el Empordà (Girona).
Como él mismo asegura, «fueron días de viento, de playa, de agua salada y dulce en la Gola del Ter; de cosechar verduras en el modesto huerto que nos ayudaron a construir el abuelo Toni y la abuela María, de degustar tomates de muchos colores y tipos de la Horta de la Merced de Vulpellac, de comer paellas excelentes del hotel Picasso y también algunas cocinadas por nosotros al aire libre. De recibir las visitas de todos nuestros amigos y familiares, de tocar el ukelele y hacer canciones, de hacer muchos kilómetros en bici, de cervezas en la plaza de Peratallada y de discutir qué requesón estaba más bueno, si el de Ullastret o el de Fonteta. Días que nos cambiaron la vida y que permanecerán a nuestra memoria como un árbol anclado en tierra fértil».
¿De dónde vienes (físicamente y otras bandas)?
Soy de Barcelona, donde he nacido y vivido. Pero justo en el momento de composición del disco coincidió que nació mi hija Jazz y mi mujer y yo decidimos ir a vivir a Canapost, una pequeña aldea de treinta habitantes en el Empordà (Girona), durante medio año. Después de esta experiencia no fue posible volver a la gran ciudad y nos instalamos en Cabrils, a una media hora de la ciudad. Mi primera gran banda fueron los Freewheelin Tornados. Fueron los primeros con los que empecé a grabar y girar. El último disco que sacamos fue Acapulco gold (Rock Indiana, 2007) y luego nos auto inmolamos con truenos y cuchillos. Más tarde formé la banda Santos con los que saqué dos discos, Homenaje (Blind Records, 2012) y el Sueño del mamut (Blind Records, 2015). Al final, decidimos dejar de tocar juntos porque nuestras obligaciones profesionales y familiares hacían casi imposible la conciliación con las tardes de local, componiendo y soñando.
¿Cómo nace tu proyecto solista?
De forma muy espontánea. La verdad es que no había nada previsto, ni siquiera tenía ganas, al menos conscientes. Los días que estuve viviendo en el Empordà me llevé un ukelele y empezaron a salir canciones. Sin darme cuenta tenía un disco entero y todo empezó a tomar forma. Llamé a mi amigo Alex Vivero y, con su compromiso en la producción y los controles, todo empezó a definirse.
Describe tu sonido.
La verdad es que la idea que tenia al principio no tuvo nada con lo que aconteció al final. Yo me imaginaba un disco muy folkie, muy próximo y sencillo. Pensaba, humildemente, en los discos piratas acústicos de Jerry García; con un sonido muy humano y orgánico, sin demasiadas complicaciones, y al final acabó pasando algo totalmente opuesto. Poco a poco, con un sinte, muchos pedales y sampleando sonidos de Youtube, fuimos sacando las canciones de su área de confort y convirtiéndolas en algo mucho más procesado. Me gusta porque permanecimos en la humanidad, pero la hicimos un poco más androide, no para esconder, sino para potenciar. Así que es el típico disco escrito y compuesto con ukelele, que no suena para nada a lo que esperarías de un disco escrito y compuesto con ukelele. Yo lo llamo psicodelia de proximidad. Me gusta el término.
Principales influencias.
Son tantas que sería imposible describirlas. Durante la época que escribía y grababa las canciones, estaba obsesionado con discos incómodos y preciosos a la vez, como el Third, de Big Star; el Oar, de Skip Spence, o toda la discografía de Karen Dalton, Epic Soundtracks o Nick Drake, del que me estaba leyendo su monumental biografía y estaba flipando en colores. También cosas más frikis y experimentales, como la música para aeropuertos de Brian Eno o los primeros discos de Roedelius. Respecto a música nueva, sonaban cosas lejanas como el último de Bon Iver, Jon Mckiel, Alex Izenberg o Angel Olsen, y cosas más cercanas como El Petit del Cal Eril, Ferran Palau, Miquel Serra o Joan Colomo. Luego folk clásico perfecto para acunar a mi hija, como Jackon C. Frank, Anne Briggs, Dave Van Ronk, Sandy Denny o Vashti Bunyan. También estaba obsesionado con el hip hop, del que creo que pillamos muchas sonoridades. Spillage Village o Tyler The Creator sonaban junto a clásicos como A Tribe Called Quest, Common o The Roots. Y había un disco que sobrevolaba como una especie de biblia sonora, y con el que he estado siempre especialmente obsesionado, que es el Blinking lights, de Eels. Y por supuesto, mi amado Brian Wilson; mis queridos Heron y la flecha pop de Honeybus, que siempre pesan en el bolsillo. Sé que es una amalgama un poco dispar, pero es que así también soy yo.
¿Cómo definirías tu nuevo disco?
Como si los mejillones del mar y los tomates de mi huerto intentaran hacer un disco de energética psicodelia folk pop. Un disco de psicodelia mediterránea en el que tan importante es una nota, como degustar un buen arroz o un buen paseo por el bosque. Algo próximo y lejano a la vez. Es como si Pep Laguarda y Skip James se dieran un abrazo… Eso sí, hablo de intenciones, que mi cabeza se flipa sola y luego la realidad despojada de ficciones es otro cuento. Pero ya sabes, como decía John Ford, si tienes que escoger entre la realidad y el mito…
Tu disco suena, o te gustaría que sonara, como los de…
Buffff… Es tan difícil… Porque estoy cada día oscilando pero, en fin, me flipa como suena lo último de Bon Iver, pienso que tiene una gran relación humanidad/creatividad/ imaginación. También me encanta la capacidad de reinventarse de Wilco. Adoro el sonido del Petit De Cal Eril. Alucino cómo suena el Bobby Joe Hope, de Jon Mckiel, y también me encanta el mood del último de Tim Bernades. Y adoro las cosas que están pasando en el hip hop de ahora, pienso que es donde reside una de las vanguardias musicales más contundentes; me flipan Little Simz y Spillage Village, Madvillian o Earthgang, y me jode no tener más tiempo ni energía para estar más al tanto, porque están pasando cosas maravillosas en este campo.
Cinco discos de cabecera.
Esto es casi imposible, pero lo intento sabiendo que a los cinco minutos podrían ser cinco discos totalmente diferentes. I’m a loser, de Doris Duke; Watertown, de Frank Sinatra; Third, de Big Star; New day rising, de Hüsker Dü y The last waltz, de The Band.
Cinco canciones perfectas.
“Blue”, de The Jayhawks; “Sloop John B”, de The Beach Boys; “Tutti frutti”, de Little Richard; “Peace piece”, de Bill Evans y “American girl”, de Tom Petty.
¿Prefieres estudio o directo?
Las dos cosas me encantan pero, ahora mismo, me siento más cercano al estudio. Si tuviera tiempo me pasaría el día haciendo discos y experimentando. Hacer conciertos ya no me interesa tanto.
¿A quién te gustaría telonear?
Me gustaría telonear a Miquel Serra, a Ferran Palau, al Petit de Cal Eril…, sería genial. Pero también a Jon Mckiel o a Bon Iver.
¿En qué disco de homenaje te gustaría participar?
En muchos, por ejemplo, me gustaría participar en uno de Big Star, de Nico, de Laguarda o de cualquier bluesman como Son House, Leadbelly o Skip James.
¿Qué canción del disco es la que mejor te representa?
Al ser todas tan personales y tan próximas es difícil escoger. Bueno es imposible. “Pare i filla” me flipa, pero de “El temps” o de “Cançó d’amor per la pous” estoy muy orgulloso a nivel sonoro.
¿Cómo eres encima de un escenario?
Ahora hace mucho que no toco, pero acostumbro a ser muy pasional y le doy mucha más cancha a mi lado emocional que a mi lado técnico (que tampoco es mucho).
¿Qué planes tienes este año?
Intentar grabar algunos temas más. Todo dependerá del tiempo. También existe la idea de grabar un disco muy eléctrico con amigos de toda la vida, pero vamos a ver si conseguimos acercar agendas.
Tienes cincuenta palabras para vender tu primer disco. ¡Adelante!
Es una película sonora hecha para escuchar entera. Grabada para escuchar los detalles. Con canciones muy sencillas y muy personales que son el testimonio de una etapa en que mi mujer y yo empezamos a ser padres. Es la primera vez que escribía siendo feliz y no al revés.
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