«Todos nuestros trabajos tienen un sendero pop muy marcado, lo que pasa es que los bañamos en ríos de guitarras distorsionadas y baterías contundentes»
Coincidiendo con la publicación del quinto trabajo de Cuello, Venga, César Campoy entrevista a su líder, José Guerrero, alma máter de otros proyectos como Jupiter Lion, Segunda Persona y Betunizer, y responsable de Mascarpone Discos.
Texto: CÉSAR CAMPOY.
Fotos: EVA MÁÑEZ.
En 2013 José Guerrero (voz y guitarra), Nick Perry (bajo y coros), Óscar Mezquita (batería y coros) y Ubaldo Fambuena (guitarra y coros) daban a luz una criatura bautizada Mi brazo que te sobre (Bcore / Flexidiscos / Willy a Muerte / Mascarpone) y alegraban la vida del personal a partir de adictivos pildorazos de llamativos títulos y textos difícilmente clasificables: rezumaban un punk capaz de encandilar al más popero y, a su vez, olían a un pop abrumador asimilable por cualquier punkarra de pro. El incansable Guerrero, agitador de la escena valenciana, unía sus fuerzas a otros elementos activos de la independencia sonora y añadía una muesca más a una trayectoria vital y profesional salpicada de gloriosas aventuras: Zener, Rastrejo, Betunizer, Jupiter Lion, Orquesta del Caballo Ganador… más tarde llegarían también Segunda Persona y Chavalan. Con Cuello, y apoyado en ese registro vocal inconfundible, todo sonaba a melodía, distorsión y optimismo. Una bendita y ruidosa trampa mortal a la que resultaba difícil no sucumbir. Luego llegaron Modo eterno (Bcore / Flexidiscos / Willy a Muerte / Mascarpone, 2014) y aquella inolvidable “Campeón”, y Trae tu cara (Bcore / Flexidiscos / Willy a Muerte / Mascarpone, 2015) y la magnética “Captando la señal”, registrados con la connivencia del betunizer Pablo Peiró.
Una costumbre, la del disco por año, que saltó por los aires con la publicación de un sublime y luminosamente rabioso Regalo doble (Bcore / Flexidiscos / Willy a Muerte / Mascarpone, 2018) que abría la excelsa “El solitario dueño de mi emoción”. Aquella referencia rompió otra regla no escrita: a los mandos de la mesa ya no se encontraría Peiró, sino Paco Loco, tótem del guitarreo pop: «El disco se encaminó hacia caminos más pop porque así eran las canciones antes de llegar a grabar. Paco no influyó en ello. Realmente, todos nuestros trabajos tienen un sendero pop muy marcado, lo que pasa es que los bañamos en ríos de guitarras distorsionadas y baterías contundentes», aclara Guerrero.
Ahora, el cuarteto desembarca con Venga (Peroquébien / Flexidiscos / Osadía), por primera vez, sin el apoyo de BCore («siempre se han portado genial con nosotros; simplemente ahora queríamos hacerlo solos»), una suerte de bofetada sónica para cuya gestación han viajado a los Ultramarinos Costa Brava para contar con los servicios de Santi García, un viejo conocido de José (habían trabajado juntos en referencias de Betunizer o Chavalan). En esta ocasión, el combo buscaba amplificar esa vena más directa y cañera para seguir arando una senda coherente y fácilmente identificable pero que, lejos de sonar reiterativa, sigue alimentando la atención e interés del respetable: «Si mantienes la pasión por idear canciones que te llenen, que te ilusiones haciéndolas y acabándolas, supongo que solo así podrás dar lo mejor de ti y tener una necesidad interna de seguir creando. Eso lleva intrínseco que no puedes repetir la fórmula una y otra vez, porque a ti mismo no te llenaría. Aunque se mantenga la esencia, es muy importante seguir esforzándose por intentar hacer buenos temas, aunque llevemos ya unos cincuenta».
Luminosa potencia
En Venga, cuyas primeras presentaciones —previstas para el 21 y 22 de octubre— se han pospuesto por un accidente del batería, la banda suena radiante, más elegante. El tremendo optimismo que emana en la ejecución de brillantes zarpazos sonoros como “La saliva del atardecer” o “Nene” evidencia que el grupo retoza en una ilusión inusitada, coronada en dignísimos ejercicios de potencia y cuerpo como una magna “Muy dentro no hay día” que avanza, sin obstáculo alguno, hasta la extenuación final. Intuimos que, tanto la participación de Santi como la masterización final del propio José también habrán tenido algo que ver: «Para que un disco suene potente hay que crearlo así desde la composición, y luego grabarlo y mezclarlo con esa visión. El máster tiene una misión más técnica relacionada con poner la última guinda al sonido para adecuarlo a los sistemas de audición habituales, pero si un disco no se compuso o grabó pensando en que sonara potente, la masterización no va a hacer que suene potente. Lo que sí está claro es que Santi es perfecto para este tipo de grabación, y eso ha quedado plasmado en este trabajo», confirma Guerrero, huracán abrumador recubierto de inocente brisa mediterránea, además de compositor, intérprete, técnico y responsable del sello Mascarpone y su hermano pequeño Peroquébien. Un profesional de la música que, además (sí, es posible), vive de ella: «Es un privilegio poder vivir de algo que es tu pasión, aunque también requiere mucho esfuerzo. Ni te cuesta echarle horas ni nadie te tiene que decir que te pongas a hacerlo. Lo haces porque lo necesitas, porque te hace feliz, y si encima te da de comer ya es algo maravilloso. La gran putada es que el sistema en el que vivimos no está montado para que la gente tenga al menos la oportunidad de probar a intentar vivir de su pasión. Yo tuve que hacer malabarismos laborales y económicos con mis anteriores trabajos para poder encauzar mi destino hacia este puerto, y siempre estás en la cuerda floja. En cualquier momento todo se puede ir a la mierda. Pero, mientras tanto, haces lo que te hace feliz… y vida solo hay una».
Un futuro de música
Dos de las coordenadas que marcan esta aventura multidisciplinar son las discográficas que José pule con mimo, huyendo de convencionalismos y apostando por la originalidad. Con Mascarpone (que suele publicar sus referencias en formato casete) ha acabado centrándose en propuestas más experimentales, mientras que el corazón de Peroquébién late animado por una filosofía más punk. «En todo esto hay un punto romántico pero, sobre todo con el paso del tiempo, también existe mucho trabajo residual que surge gracias al propio sello, y no solo de las ventas de discos. Por ejemplo, además de lograr el feedback de colaborar con gente a la que admiro, gracias él he conocido artistas que luego me han ayudado a organizar conciertos de algunas de mis bandas en su ciudad, o que me han pasado discos para masterizar, aunque no los publicara yo».
«El sistema en el que vivimos no está montado para que la gente tenga al menos la oportunidad de probar a intentar vivir de su pasión»
Sin duda, la filosofía abrazada por Guerrero y los suyos (Osadía está coordinado por Ubaldo y Flexidiscos por Óscar) es una alternativa más que válida para los tiempos que corren, en los que los resortes convencionales de la industria musical saltaron por los aires hace lustros. Control absoluto y más humano de un producto que deja de serlo para mutar en miembro de una familia bien avenida. Gestión amanuense que te permite entrar en contacto con otros componentes de esa gran comunidad independiente, eficaz y autosuficiente a pequeña escala, que vive la música alejada de patrones que, día a día, parecen más caducos. Renovarse o morir. Sobre todo en un mundo en el que, tras lo acontecido a nivel planetario, hacer planes da un poco de risa. ¿Vale la pena pararse a pensar por dónde puede discurrir el futuro de la música, o más nos vale centrarnos en el presente? «Es inevitable pensar en ello, pero realmente no vale de mucho, y en los ambientes en los que yo me muevo, salas medianas y pequeñas, no creo que vaya a cambiar demasiado el asunto. Quizá costará volver a la normalidad, pero cuando eso suceda, seguro que habrá gente con ganas de montar cosas, tocar, colaborar… En cuanto a si queda algo por descubrir, nunca se sabe, pero siempre han aparecido cosas nuevas sorprendentes, y aunque llegue un momento en que no se invente mucho y todo parezca más de lo mismo, siempre surgirán nuevos discos que, sin saber por qué, te emocionarán. No entiendo a la gente que dice que ya no salen cosas buenas. Yo, cada semana, descubro algo que me engancha», concluye un José que sigue sin marcarse límites en su prolongada e insaciable carrera de fondo: «Por supuesto, seguiré con todos los proyectos musicales en los que ando metido, y crearé otros nuevos. Y porque no tengo más tiempo, ¡si no serían muchos más!».