Entre los múltiples lanzamientos de los Rolling Stones en los últimos meses, Diego A. Manrique destaca, en su blog de “El País”, la película “Charlie is my darling. Ireland, 1965”, que se mantuvo inédita hasta este año. “Retrata el momento en que los Stones salen de la crisálida de misioneros del blues y se preparan para volar. Les impulsa su gran mazazo universal, “(I can’t get no) satisfaction” y están preparando su primer elepé totalmente original, Aftermath, del que se escuchan adelantos sobre imágenes de la gira.”
“‘Charlie is my darling’ capta el último esplendor del ardor teen. Chicas y chicos aprenderán a disimular su histeria. Mejorará el sistema de control de multitudes. Pronto crecerá el equipo de amplificación y los Stones dejaran de utilizar esos micrófonos que parecen flexos.”
Manrique sospecha que “el aparcamiento de ‘Charlie is my darling’ obedeció más bien al poco brillante papel de algunos Stones en las distancias cortas.” Por ejemplo, “Bill Wyman queda como un esnob, nada seguro de que los Stones sean dignos de respeto. Charlie Watts es sometido a un interrogatorio muy incómodo, que evidencia su escasa autoestima musical y el pecado capital de preferir estar en su casa con su esposa en vez de aprovecharse de las maravillas del swinging London.”
“Solo Mick Jagger sale indemne de la conversación con Whitehead, con opiniones lúcidas sobre el oficio de la estrella del pop y lo-que-quiere-la-juventud. Keith Richards rechaza la entrevista: quizás le preocupa el acné que se tapa justo antes de cada concierto. ”
Y concluye: “Pero nunca les veremos tan desnudos, tan indefensos, tan dubitativos como en Charlie is my darling. Nada extraño que prefirieran enterrar este documental.”