«En directo siempre tratamos de hacer que los crescendos sean más dramáticos. Si notamos revuelo en el ambiente, tratamos de hacer que la versión sea diferente a la del estudio, ya que, a fin y al cabo, de lo que se trata es de que la gente se excite»
Tocan txalaparta, son de Londres, lo suyo es el pop electrónico situado entre tradición y modernidad y su debut está considerado entre lo mejor que deparó el año pasado. Hoy mismo comienzan gira por España.
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Foto: OWEN RICHARDS.
No sabemos si en cuestión de unos meses todos se acordarán de ellos como el penúltimo «hype», pero lo cierto es que Crystal Fighters han conseguido convertirse, de momento, en algo más que el sueño húmedo de todo cazador de tendencias. Su debut, «Star of love» (Kitsuné/PIAS), publicado a finales del año pasado, supuso una de las más refrescantes sorpresas dentro del panorama del pop electrónico británico, más que nada por la diversidad de registros –siempre basculando entre tradición y modernidad– de unos temas tan contagiosos que no admiten reparo ni sobre el escenario ni sobre la pista de baile. Que hayan estado jugando al despiste durante meses, afirmando sin rubor en su MySpace que eran navarros (el uso de la txalaparta es una de sus señas de identidad) no ha hecho más acrecentar la curiosidad por este quinteto londinense, cuya única filiación navarra es la ascendencia de uno de sus miembros. Actúan esta noche en Barcelona (KGB), mañana día 8 en Valencia (Wah Wah) y el sábado 9 en Málaga (Vivero), auspiciados por Heineken Music Selector. Al habla Sebastian, vocalista, guitarra y líder de tan peculiar banda.
¿No estáis ya un poco cansados de tener que explicar los orígenes de la banda, y de paso, desmentir que seáis navarros?
[Risas] Sí, somos conscientes de que es una historia extraña. Cuando empezamos como banda nos gustaba jugar a adoptar diferentes roles, y a coquetear con diferentes estilos, y entendemos que el contexto del folklore vasco, en el que nos metimos de lleno, puede sonar extraño. Pero es algo que, al mismo tiempo, nos da mucha libertad a lo hora de escribir canciones.
¿Y es verdad que os gustan bandas españolas de los años 80?
Sí, mucho. Cosas como Dulce Venganza y Golpes Bajos. O Eskorbuto. Me gustan su estética y sus ideales.
¿Conocéis a El Guincho? Te lo pregunto porque, en cierto modo, creo que compartís con él una visión multicultural de la música, como una suerte de nueva world music…
Sí, nos gusta. Le hemos visto actuar un par de veces, en Barcelona y en Portugal. Y también nos gustan mucho Delorean. En cierto modo, ellos también incorporan elementos tradicionales en un formato dance.
¿Crees que empleáis el mismo sentido tribal del ritmo que bandas como los últimos Animal Collective?
Sin duda, estoy completamente de acuerdo. Lo que ocurre es que ellos emplean más la psicodelia, tienen un sonido más melancólico. Utilizan un ritmo repetitivo, como un mantra, muy similar al nuestro. Pero no es una banda a la que hayamos escuchado en nuestra fase de formación. Lo que hacemos coincide con ellos en ese sentido, pero de una forma natural.
Os gusta decir que, en directo, tocáis habitualmente las mismas canciones pero cada noche les dais un tratamiento distinto. ¿Os consideráis más una banda de directo que de estudio?
Son igual de excitantes los dos procesos. Lo que ocurre es que en directo siempre tratamos de hacer que los crescendos sean más dramáticos. Si notamos revuelo en el ambiente, tratamos de hacer que la versión sea diferente a la del estudio, ya que, a fin y al cabo, de lo que se trata es de que la gente se excite.
¿Trabajáis ya en temas para el segundo álbum?
Sí, algunos de ellos los tocaremos en la gira. Será muy diferente en términos sonoros, ya que hemos aprendido un montón de cosas desde la grabación de «Star of love», pero, al mismo tiempo, reconocible como nuestro. Tratamos de escuchar muchas cosas, y de ser auténticos en cuanto a nuestras referencias.
¿Cómo definirías vuestra propuesta a alguien que nunca os haya escuchado, y tenga la ocasión de acercarse a veros esta semana en directo?
Una suerte de mezcla poderosa entre música dance y las sonoridades creadas por el folk tradicional vasco, cuyos instrumentos le dan ese toque de paisajismo antiguo. Y tocado por un halo de misterio. Nos sentimos muy afortunados de tocar en España. Hemos estado ya en Madrid, Barcelona, Galicia o Bilbao, y es una suerte estar por aquí de vuelta.