LIBROS
«Su fondo es duro y los personajes mágnéticos y emocionantes»
Castelao
Cosas
LIBROS DEL ASTEROIDE, 2021
Texto: CÉSAR PRIETO.
Alfonso Rodríguez Castelao es una de las figuras más importantes de la cultura gallega en el siglo XX. Desconocido en el resto de España, sufre de uno de esos vacíos cercanos, por los cuales un lector español con curiosidad, amplitud de miras e información nunca se acercará a él, miestras que sí conoce —con todo mi respeto para ellos — a novelistas sudafricanos o vietnamitas. Sin embargo, para Galicia es tan importante que no solo se puede decir que haya sabido captar el alma del país, es que el alma del país se ha modelado gracias a él.
No es ajeno a ello que su desarrollo como hombre de cultura abarque diversos campos. De hecho, fue antes que nada un ilustrador y un autor de viñetas que explotaban la vena humorística de las caricaturas, al tiempo que terminaba sus estudios de medicina en Santiago, profesión que nunca ejerció, puesto que ganó una oposición para el Instituto Geográfico Estadístico de Pontevedra.
Sus siguientes pasos lo llevan a la dirección artística del mayor proyecto cultural de Galicia, la revista Nós, y a ser miembro de la Real Academia Gallega, nombramientos que no le impidieron también salir elegido diputado en Cortes el año en que se proclamó la Segunda República. Evidentemente, su ideología galleguista hizo que tuviera que exiliarse tras la sublevación militar, en su caso a Nueva York y, posteriormente, a Buenos Aires o París.
Como escritor, cultivó todos los géneros, y en todos destacó. Cousas, escrito en 1922, aunque con una edición revisada en 1929, es un conjunto de pequeños relatos, acompañados cada uno de ellos de una ilustración que los hace, muchas veces, más patéticos. Aúna, pues, al escritor, al ilustrador y al político, en cuanto describe, para actuar de ariete crítico, la realidad cultural y social de Galicia. Y esta realidad únicamente puede ser tratada como una defensa de los desfavorecidos. Y únicamente puede ser tratada con un humor que, tras la última palabra, esconde un sentimiento trágico y un lirismo hiriente.
Cierto que, en ocasiones, su verbo puede asemejarse a la delicadeza de cierto Juan Ramón Jiménez o estar cercanos al esperpento que tiende hacia la ternura y no hacia lo amargo, pero su fondo es duro y los personajes mágnéticos y emocionantes, todo lo magnéticos que pueden ser en relatos que apenas llegan a los cuatro o cinco párrafos. ¿Cómo no encariñarse con esa viejecita que toda la vida ha esperado un hijo que nunca llegó y que ahora cree que ha nacido? Antes con ella que con esa gente que se rie cuando la oye y que merece un comentario aparentemente banal, pero destructivo. En palabras del escritor gallego, «la gente ya no sabe emocionarse».
Lo más débil es lo que merece más grandeza: ancianos, niños, emigrantes y las familias que dejaron en Galicia… Y muchas veces son estremecedores, auténticos relatos de terror, pero el pánico no está en las sensaciones, sino en los sentimientos, que son acariciados con una prosa limpia, lavada con agua clara. El contraste es terrible.
Y muchos de ellos, aunque tengan como marco de referencia la Galicia de los años veinte, son terriblemente actuales. Vean si no sucede en nuestros días lo que les voy a contar: un rapaz que años ha era capaz de despojar a un mendigo de todo lo que tiene, de las mazorcas de maíz o los mendrugos de pan, y que con el tiempo se convierte en un señor de mucho crédito y muchos millones, que esclaviza en sus empresas a mucha gente. ¿Pasa en nuestrosdías o no pasa en nuestros días?
Yo casi les rogaría que no se prediesen a Castelao, no solo porque se debe reivindicar su figura fuera de Galicia —dentro ya es un dios—, sino también porque tendrán en su biblioteca algunas de las mejores obras literarias y gráficas del siglo XX.
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