“Que graben o no más clásicos da igual, han conseguido aunar sobre el escenario toda su historia sin que nada chirríe. Todo un mérito y un chute de adrenalina”
Juanjo Ordás se quita el sombrero ante “Aerosmith rocks Donington”, el último disco en directo de la banda de Steven Tyler, cuyo despliegue musical y química en el escenario despierta la admiración de nuestro crítico.
Texto: JUANJO ORDÁS.
Guau, no hay palabras. Hacía treinta y siete años que Aerosmith no grababan un buen disco en vivo, ¡pero lo han vuelto a hacer! Ahora que sus discos en estudio rozan la irrelevancia resulta que suenan como nunca en directo. No es solo que se hayan dedicado en cuerpo y alma a girar por todos los rincones del planeta, es que se aprecia una química brutal entre sus cinco miembros. El milagro de “Aerosmith rocks Donington” es que las canciones de los setenta suenan como tienen que sonar y las de la etapa radiable de mediados de los ochenta hasta la actualidad suenan como si estuvieran siendo ejecutados en los setenta. Con el comienzo destripando ‘Train kept a rollin’” ya se meten a cualquier seguidor de largo recorrido en el bolsillo, pero cuando las mandíbulas golpean en el suelo es al llegar ‘Eat the rich’ y ‘Jaded’, furiosa la primera y melódica la segunda, ambas pertenecientes a su controvertida época comercial que sinceramente no pueden sonar mejor, con el grupo ejercitando los músculos como en sus años de estupefaciente gloria. Vaya inflexiones de batería, menudos guitarrazos a lo largo de cada una de las canciones. Hasta se les perdona que hayan incluido ‘I don’t want to miss a thing’. ¿Hacía falta? Es de suponer que sí, es su vínculo con toda una ya no tan joven generación que dudo mucho vaya entender porque Joe Perry alarga en ‘Cryin’’ su solo de guitarra hasta donde le da la gana. Pero no vamos a hablar de divorcios ni guerras civiles, “Aerosmith rocks Donington” te gustará si quieres rock and roll sin aditivos, o sin demasiados aditivos, ahí está un mercenario contratado a los teclados y segundas voces para hacer que canciones originalmente saturadas de arreglos tiren. No hay otra manera de sacar adelante ‘Dude (Looks like a lady)’ y ‘Rag doll’, pero la inmensa mayoría del repertorio que Aerosmith suelen tocar se sostiene sobre el quinteto original, incluyendo canciones recientes también sobreproducidas que se adaptan muy fácilmente al directo.
“Aerosmith rocks Donington” es una alegría. Aerosmith siguen ahí, dando lo mejor de sí, sonando tan bien como en su etapa clásica. Que graben o no más clásicos da igual, han conseguido aunar sobre el escenario toda su historia sin que nada chirríe. Todo un mérito y un chute de adrenalina al cuerpo
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