“Dentro de la perfección del disco al que rinde pleitesía, se las apaña para poner en pie un espectáculo nuevo lleno de canciones que encuentran aristas y perfiles frescos, vibran en dimensiones diferentes”
El recién editado “500 noches para una crisis” es objeto de atención esta semana de Juanjo Ordás, que rehúye compararlo con el clásico “Nos sobran los motivos”.
Una sección de JUANJO ORDÁS.
El mayor error que se puede cometer con “500 noches para una crisis” es compararlo con “Nos sobran los motivos”. Ambos son discos en directo con “19 días y 500 noches” en el punto de mira, pero el primero acaba de ser grabado y del segundo hace ya quince años, que se dice pronto. Y evidentemente son trabajos muy distintos. La figura de Sabina nunca ha cotizado a la baja, pero cuando se puso a la venta “Nos sobran los motivos” se había renovado atrayendo a nuevas generaciones de seguidores. En la actualidad, el autor ya ha dejado vacía la casilla de importante músico autóctono para ser considerado un tipo mitológico con todas las de la ley. Bien lo merece.
Los discos en directo siempre han sido esenciales para entender que en el escenario la creación sigue rodando, bueno, eso para quien lo haya querido entender así. Teniendo en cuenta mi cada vez mayor aversión a los espectáculos en directo masivos (hace poco Juan Puchades también lo comentaba en uno de sus textos), los trabajos en vivo han ido cobrando cada vez mayor interés para mí. No porque me traigan a casa lo que no voy a ver –sigo acudiendo haciendo de tripas corazón–, sino porque gracias a ellos paladeo la música como me gusta, con calma, atención y sin tener que aguantar coces, empujones, gritos y demás. Como buen disco en vivo (más deuvedé) “500 noches para una crisis” aporta peso más allá de las canciones originales. La idea de tocar en directo discos enteros nunca me ha parecido algo emocionante. ¿Dónde queda la sorpresa del repertorio?, ¿funciona la secuencia igual de bien en álbum que en vivo?, pero lo cierto es que en este caso me parece una buena idea porque “19 días y 500 noches” es el gran trabajo discográfico de Sabina, muy por encima del resto de su producción que, aún siendo importante y en muchos casos fundamental, no siempre ha disfrutado de un diseño sonoro a la altura de las canciones. Por eso “500 noches para una crisis” tiene más mérito, porque dentro de la perfección del disco al que rinde pleitesía se las apaña para poner en pie un espectáculo nuevo lleno de canciones que encuentran aristas y perfiles frescos, vibran en dimensiones diferentes. Esa es la idea de un trabajo de esta índole, que haga el mismo camino pero por senderos diferentes. Además, no es que Sabina se haya prodigado en discos en directo solista a lo largo de los años, de hecho este sería el tercero (en solitario) y bienvenido sea, porque cuando su repertorio se aglutina, su faceta más musical sale ganando.
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