«Son unos pequeños tesoros sepultados en un repertorio, el de Quique, que no deja de crecer y crecer»
Esta semana, Juanjo Ordás reescucha “Ajuste de cuentas”, ahora en vinilo, y rememora todas las bondandes que contenía ese disco, aquellas hasta de las que nadie se acuerda.
Una sección de JUANJO ORDÁS.
“Ajuste de cuentas” es un disco especial para mí, encajaba con mi chapuzón en su carrera, iba a ser un buen resumen para a partir de ahí seguirle con mayor fervor en cada una de sus entregas y giras, porque se estaba construyendo una carrera de verdadero privilegio artístico. Lo cierto es que hasta día de hoy, en estudio nunca me ha defraudado, sus bandas podrán gustarme mucho, poco o nada, pero cuando edita álbum nuevo siempre me emociona. Hace poco volví a verme con “Ajuste de cuentas”, precisamente gracias a su reedición en doble vinilo. Porque aunque en su día fuera un cedé más deuvedé, “Ajuste de cuentas” siempre debió entenderse como un trabajo doble por su duración y casi que también por intención, los discos en vivo mejor largos, con su expresión bien recogida.
Y qué bien sonaba y sigue sonando, pero la idea de este texto no es hacer una «operación rescate», sino invitar a volver a escuchar los cuatro temas inéditos que Quique aprovechó para incluir en la grabación y que parecen haber sido olvidados. Hablo de la jazzera ‘Arañazos de piel roja’, el medio tiempo rockero de ‘Por la borda’, la majestuosidad épica de ‘Caminando en círculos’ y la intimidad de ‘A cara de perro’. Estas cuatro canciones se ahogaron entre tanto clásico propio, era inevitable, pero habrían logrado ser clásicos por sí mismos en otras circunstancias. ‘Caminando en círculos’ tal vez pudo sacar la cabeza un poco más, pero las otras tres nada, bye, bye. Yo ahora, aprovechando el vinilo, las he vuelto a disfrutar y cómo suenan, son unos pequeños tesoros sepultados en un repertorio, el de Quique, que no deja de crecer y crecer, tres tesoros que yacen en una isla junto a otras piezas doradas de su cancionero. Al final los shows son importantes para mantener el repertorio vivo y en un espacio de tiempo de dos horas es imposible recordarlas. Les ocurre a todos y somos los demás quienes debemos tenerlas presentes en nuestro equipo de música, en los auriculares, dándonos una vuelta de vez en cuando por la isla del tesoro.
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Anterior entrega de Operación rescate: Fito Cabrales o la grandeza de la humildad.