«Ahora mismo, Iván se encuentra en un punto similar al de Enrique Bunbury: no necesita tocar canciones de su exbanda para levantar su espectáculo»
Viendo a Iván Ferreiro en directo, y las canciones que había seleccionado, Juanjo Ordás se dio cuenta de que su carrera en solitario se impone a la de su viejo grupo.
Una sección de JUANJO ORDÁS.
Foto: JARA VARELA.
Hace poco estuve viendo a Iván Ferreiro, fue en su triunfal concierto madrileño, y como siempre respaldado por su mano derecha, su hermano Amaro. La «Corriente alterna» de hoy no es una crónica de concierto pero sí versa sobre canciones en directo. A lo largo del show, los Ferreiro nos deleitaron con buena parte de su fantástico nuevo disco “Val Miñor – Madrid. Historia y cronología del mundo”, también con otras más viejas e incluso canciones de Piratas. Ello me hizo pensar que, ahora mismo, Iván se encuentra en un punto similar al de Enrique Bunbury: no necesita tocar canciones de su exbanda para levantar su espectáculo. Sí, el público agradece que suene ‘Años 80’ y ‘Promesas’, pero lo cierto es que el climax que estas crean es muy parecido al de otras de sus trabajos solistas como ‘Turnedo’, ‘El viaje de Chihiro’ o su último single, un ‘El dormilón’ espectacularmente aplaudido. Porque los Ferreiro ya han amasado una enorme cantidad de canciones que sus seguidores quieren escuchar.
En Madrid no sonaron ‘Extrema pobreza’, ‘Canciones para el tiempo y la distancia’, ‘Fahrenheit 451’, ‘S.P.N.B’ o ‘Ciudadano A’, clásicos propios que bien podrían haber sustituido a los del cancionero de Piratas sin que la intensidad hubiera bajado. Eso es grandeza. Tanta que también podríamos recordar otras menos legendarias pero de alto nivel como ‘Piensa en frío’, ‘Cabaret’ y ‘De mí un pandero’.
A lo mejor con el término grandeza nos estamos quedando hasta cortos.
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Anterior entrega de Corriente alterna: El ritmo es el ritmo.