«Es muy sencillo darse cuenta de que la verdadera razón del éxito de Fito Cabrales es su humildad. Con ella ha conseguido llegar a esa legión que devora sus discos y llena sus conciertos»
Juanjo Ordás medita sobre el nuevo disco de Fito & Fitipaldis, aprovechando para degustarlo a fondo y reconocerle méritos que a algunos se les pueden escapar.
Una sección de JUANJO ORDÁS.
Es curioso cómo según qué artistas el inmovilismo se considera una virtud y/o vicio, cuando en realidad las cosas son tan sencillas como respetar la voluntad del artista y de su público. Lo cierto es que con Fito & Fitipaldis ocurre lo mismo que con AC/DC, puede parecer que siempre se mueven en unas coordenadas similares álbum tras álbum pero una vez uno entiende su constructo se da cuenta de que siempre hay más novedades de lo que parece. Si pensamos en los últimos discos de los australianos, no podemos decir que “The razors edge”, “Ballbreaker”, “Stiff upper lip” y “Black ice” sean obras que tengan mucho que ver entre ellas. Como mentábamos, el estilo es el que es pero no se pude negar que hay una filosofía muy distinta detrás de cada uno. Lo mismo ocurre con Fito & Fitipaldis. Escuchando “Huyendo conmigo de mí” se perciben ideas distintas ajustadas a ese constructo que ha hecho de él un artista de enorme éxito, y eso es algo bastante difícil de conseguir. Reamueblar el piso en el que vives y que siga siendo tu hogar es una verdadera labora de ingeniería emocional.
Es muy sencillo darse cuenta de que la verdadera razón del éxito de Fito Cabrales es su humildad. Con ella ha conseguido llegar a esa legión que devora sus discos y llena sus conciertos, porque se encuentra en una dimensión muy semejante a la de Calamaro o Bunbury, músicos que son capaces de compaginar lo erudito y lo popular. En el caso de Fito, lo segundo es innegable y lo primero pasa por sus trabajadas letras y por su forma de abordar géneros clásicos haciéndolos sonar, precisamente, clásicos, pero vivos.
El gran mérito de “Huyendo conmigo de mí” es que no traiciona las metas alcanzadas con los álbumes anteriores pero se atreve a aportar inflexiones novedosas apoyándose en una banda con la que lleva girando desde hace cinco años pero con la que nunca se había metido en el estudio de grabación. Todo está donde siempre estuvo pero, a la vez, hay una fluidez muy distinta a la de trabajos precedentes. Este es su camino y hay que celebrarlo.
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Anterior entrega de Corriente alterna: Persiguiendo a Leonard Cohen.