«En los discos de Led Zeppelin había algo más allá de su espléndida música, algo llamado a perdurar. Un mensaje que a día de hoy sigue siendo de una enigmática belleza, imposible de desentrañar»
La «actualidad» de Led Zeppelin siempre está vinculada a movimientos de Jimmy Page, quien para Juanjo Ordás se ha transformado en el custodio del legado del grupo.
Una sección de JUANJO ORDÁS.
No me extraña que Jimmy Page continúe aferrándose a la obra de Led Zeppelin para continuar siendo relevante de cara a la opinión pública. Y subrayo esto último porque para quien escribe, Page siempre ha sido y será relevante. Existe una máxima de idiotas que se repite hasta la saciedad, de boca de memo a boca de memo. Me refiero a esa lamentable frase –y sentir– de “uno es tan bueno como lo último que haya hecho”. Falacia. Page es un buen ejemplo de ello. Cada vez que se habla de él es en relación a su pasado o a un proyecto relacionado con su pasado, llámese nuevo deuvedé de Led Zeppelin o discos junto a Robert Plant. Y lo cierto es que la producción que ha firmado tras el final de su mítica banda no ha sido especialmente lustrosa, sus discos con The Firm, aquel trabajo solista denominado “Outrider” o su álbum junto a David Coverdale no eran inspirados, de hecho eran demasiado aburridos para el hombre que había rubricado tantos momentos memorables en los años sesenta y setenta. Distintos serían sus interesantes trabajos junto a Plant en la década de los noventa o su disco en directo junto a The Black Crowes, pero no dejan de ser oasis en un desierto.
Ahora se lanza el deuvedé que recoge el concierto de reunión de 2007 y se anuncia que Page está volviendo a remasterizar el catálogo Zeppelin para unas futuras ediciones deluxe. Así es, últimamente siempre anda enmarañado en proyectos que resucitan su vieja música, ¿pero cómo culparle? Es más, ¿cómo objetar nada a Jimmy Page? Está en su derecho de reciclar la obra de su banda todas las veces que quiera, incluso cabe añadir que siempre lo hace con un gusto exquisito, ya sea supervisando o arremangándose. ¿Vivir de rentas? En absoluto. Se trata de vivir de su inmortal arte, especialmente cuando ese arte sigue sonando en los oídos del mundo entero.
En los sesenta y setenta, Led Zeppelin acertaron en todo salvo en una cosa: no fueron capaces de representar la realidad en sus canciones, lo que les hizo parecer una atractiva atracción que enloqueció a fans y parte de la prensa pero sin un peso intelectual correlativo al «zeitgeist». Sin embargo, su fortaleza intelectual era otra, crearon un universo propio, mitológico y misterioso que ha resultado ser eterno. Porque toda esta temática que incluía desde mujeres fatales a dioses nórdicos pasando por misteriosos sujetos continua vigente en la psique de cualquier individuo, incluso su romanticismo no ha quedado desfasado y su acercamiento a la riqueza de la música folk y étnica les sigue situando en la misma liga de un Brian Jones a la caza de lo que luego se llamaría world music. Casi parece magia. En los discos de Led Zeppelin había algo más allá de su espléndida música, algo llamado a perdurar. Un mensaje que a día de hoy sigue siendo de una enigmática belleza, imposible de desentrañar que cuenta con Jimmy Page como custodio.
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Anterior entrega de Corriente alterna: Lo imposible, lo de siempre.
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Puedes seguir a Juanjo Ordás en su blog diario.