“‘Can’t forget: A souvenir from the grand tour’ es una nueva muestra de la senectud de un hombre que entre disco en directo y disco en directo, sigue brindando trabajos en estudio sensacionales o híbridos que enriquecen su trayectoria y nuestras vidas”
Juanjo Ordás reflexiona sobre el sonido del músico canadiense, al hilo de la escucha de su último trabajo, grabado entre pruebas de sonido y algunos shows, junto a viejas versionas y nuevos temas.
Una sección de JUANJO ORDÁS.
Hace poco, a cuento del reciente disco de Vicentico, comentaba lo mucho que me gustan los “discos maleta”, los que se graban de viaje, de un lado para otro, con espontaneidad, colaboraciones o lo que surja, que muestren movimiento, vamos. “Can’t forget: A souvenir from the grand tour”, el nuevo trabajo de Leonard Cohen es uno de ese tipo, registrado en pruebas de sonido y en algunos shows, pero sin recrear la dinámica del tour, sino picoteando aquí y allá, regrabando viejos temas, haciendo versiones, añadiendo canciones nuevas para acabar creando una obra que se sostiene por sí sola y que tiene ese punto viajero, ese punto de espontaneidad. Personalmente, lo tengo muy fácil para caer rendido ante un disco que comienza con ‘Field commander Cohen’, una de mis canciones favoritas de su repertorio en cualquier forma y época, ya sea originalmente en el álbum “New skin for the old ceremony” –uno de mis discos favoritos de todos los tiempos– o en la hermosa versión en vivo incluida en el directo “Field commander Cohen: The tour of 1979”, el que es sin duda uno de sus grandes trabajos y seguramente su mejor disco en vivo. Y eso me lleva a pensar hasta qué punto me gusta el actual sonido de Cohen en directo, limpísimo, lujosísimo y orientado a las masas. Y sí, me gusta, claro.
Casi todo lo que hace Cohen me gusta, pero lo que me emociona son los sonidos capturados en ese no tan viejo “Field commander Cohen: The tour of 1979”, grabado en el año que indica aunque editado en 2001. Han pasado los años y Cohen está a otra cosa, ahora no le apetece sonar como hace treinta y seis años, lógicamente, y “Can’t forget: A souvenir from the grand tour” es una nueva muestra de la senectud de un hombre que entre disco en directo y disco en directo, sigue brindando trabajos en estudio sensacionales (me costó entrar en “Old ideas”, pero cómo lo estoy disfrutando ahora) o híbridos –como es el caso– que enriquecen su trayectoria y nuestras vidas.
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