«Ese ritual es mágico, ya se trate de Joni Mitchell, Jon Bon Jovi o Leonard Cohen»
Juanjo Ordás reivindica las canciones, a sus creadores y siente curiosidad por ese momento íntimo, e imagina que mágico, en el que una cobra vida. Luego nosotros disfrutaremos de ella.
Una sección de JUANJO ORDÁS.
La escritura de canciones es algo que no interesa a todo el mundo, aunque a muchos fans les gusta indagar en la forma en que sus músicos favoritos hacen girar los engranajes de la inspiración. Y es interesante respecto a cualquier estilo musical, al final el dibujo es el mismo, una persona creando. Según uno va creciendo, se va fijando más y más en los créditos de los discos: ¿qué autores han firmado esa canción?, ¿cuántas más de tus canciones favoritas están rubricadas por el mismo equipo? Luego llega el master: ¿Qué canciones eran de Lennon y cuáles de McCartney?, ¿esa canción, es de Jagger o de Richards?
El momento en el que un músico se sienta a crear, tiene lugar un ritual íntimo del que formarás parte cuando entres en la canción acabada. Incluso puede que seas capaz de vislumbrar la silla en la que estaba sentado tocando la guitarra, las colillas del cenicero colocado sobre el piano, hojas y lápiz sobre la mesa, el sol de la mañana iluminando la estancia, quizá la luna en una noche solitaria. Ese ritual es mágico, ya se trate de Joni Mitchell, Jon Bon Jovi o Leonard Cohen. Es nuestro gusto y sensibilidad el que nos permite entenderlo y disfrutar de su producto, pero en realidad, el ritual como tal es digno de todos ellos y de cualquiera que se te pueda ocurrir, desde Dylan a Kiko y Sara, desde Nick Cave a Juan Magán.
Nuestro gusto es nuestro y de nadie más, tú eliges tus sacros sacerdotes, pero el ritual se oficia y es oficiado por muchísimos más.
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