«Es necesario que vuelva a ser presentado en sociedad como uno de los grandes de la canción popular española. El público debería abrirle sus brazos de nuevo»
Juanjo Ordás proclama su fe inquebrantable en Jaime Urrutia, a quien cree que le hace falta un empujón para llevarlo al lugar que merece a uno de los mejores compositores e intérpretes de nuestro país.
Una sección de JUANJO ORDÁS.
Leo que el Sonorama ha comenzado a confirmar nombres para su edición del presente año. La programación del festival siempre se ha nutrido de la escena indie aunque manteniendo una apertura de miras que hace pensar en sus organizadores como en unos tipos de gusto más amplio que el grueso de sus carteles pueda dar a entender. Por ello sorprende la inclusión de Jaime Urrutia entre los conciertos que darán forma al evento. Siempre que la programación del Sonorama ha incluido a artistas externos a la burbuja indie se ha tratado de nombres que tenían un pestigio, una autenticidad que les avalaba. Pienso en Quique González, también en Calle 13. Pero lo de Urrutia es algo bastante especial, porque se trata de una figura a reivindicar y colocarle entre los artistas de un festival dirigido a un espectro de edad muy concreto es una aventura, una fuerte apuesta.
Hace años que llevo esperando una resurrección del gran Jaime basada en el modelo de Johnny Cash y sus “American recordings”, no en el concepto de grabar temas ajenos, sino en la idea de un disco espartano articulado sobre la hermosísima voz del madrileño. También sobre su excelencia como letrista y músico firmante de melodías clásicas. Porque creo que, sinceramente, lo que Jaime precisa es oxígeno, comenzar a trabajar con personas incluso quizá ajenas a su entorno. Pero sobre todo es necesario que vuelva a ser presentado en sociedad como uno de los grandes de la canción popular española. El público debería abrirle sus brazos de nuevo. Y presentarle con orgullo entre los participantes del Sonorama no deja de ser un gran acierto. ¿No hablamos de canciones al fin y al cabo? Puede que Urrutia no tenga la popularidad, pero sí el prestigio, tan solo se trata de darle algo de brillo.
La última vez que lo vi sobre un escenario seguía en forma, su último disco (“Lo que no está escrito”, 2010) era bastante bueno y su actual gira, “Al natural”, en acústico y sin artificios, no deja de ser un acierto. Pero hay que empujar el nombre, tirar para arriba. No es ningún secreto que el éxito de “Patente de corso” (2002), su debut solista, queda lejos, pero algo me dice que con un par de movimientos adecuados, Jaime pronto podría comenzar a resurgir. Pero hace falta ese disco, uno con el que la prensa se vuelque, uno incontestable, sobrio, elegante, dejando de lado su faceta más festiva, un pequeño sacrificio para volver a conquistar corazones. Ya se sabe, el dolor es una llave que los abre.
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Anterior entrega de Corriente alterna: Dover y el diablo.
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