«Un festival se alimenta de grandes propuestas rodeadas de otras menores pero afines, llegando a un público objetivo y reforzando la venta de un producto»
En esta entrega de «Corriente alterna», Juanjo Ordás reflexiona sobre las razones que pueden haber llevado al festival En Vivo a suspender dos de sus tres fechas. Y expone su teoría.
Una sección de JUANJO ORDÁS.
No es raro que el festival En Vivo haya cancelado dos de sus tres fechas. ¿La razón? Baja venta de entradas, lógicamente motivada por su flojísimo cartel. Habitualmente sus organizadores saben cerrar un plantel atractivo en todos los festivales que gestionan, por lo que sorprendió que anunciaran como cabeza de cartel a The Offspring, una banda que no pasa por su mejor momento comercial precisamente (no, esto ya no son los noventa) y que a día de hoy difícilmente podrían atraer a más de tres mil personas en las principales capitales españolas.
Y hay más, los norteamericanos eran las grandes estrellas de un cartel dominado por nombres patrios relacionados con el rock urbano que tampoco poseen gran tirón, menos en tiempos de crisis. No era un cartel coherente, un festival se alimenta de grandes propuestas rodeadas de otras menores pero afines, llegando a un público objetivo y reforzando la venta de un producto. El grueso del festival tenía lógica al margen de filias (siempre grande El Drogas) y fobias (esas bandas panfletarias), pero no había un cabeza de cartel adecuado que diera el do de pecho por el festival. Ni a nivel de poder de convocatoria ni a nivel de coherencia. El problema era que no había posible cabeza para un festival así que, siguiendo la línea piramidal, la cúspide solo podía ser ocupada por unos Extremoduro que ya cerraron con éxito el año pasado y que no están de gira, o por un Fito Fitipaldi que se trae entre manos una gira acústica que nunca acaba y que no habría encajado para nada con los decibelios del festival. Quizá su confirmación podría haber salvado las tres fechas del festival pero también habría implicado una sobreexplotación del músico a nivel de mercado.
El rock urbano y derivados –que hay que insistir, son los nutrientes de esta fiesta– es un mercado con unos canales bastante fuertes para su crecimiento y mantenimiento, pero es pequeño, y si hablamos de influencias también endogámico. Esto último poco importa, pero sí la necesidad no satisfecha de haber encontrado un nombre que diera sentido a esta edición. Queda la cita de Bilbao y la buena voluntad de los organizadores (eso está fuera de toda duda) fletando autobuses desde las ciudades canceladas.
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Anterior entrega de Corriente alterna: La boca y el culo de Iggy Pop.