«High hopes’ se lleva el aprobado alto, especialmente por sus momentos más atrevidos y también espontáneos»
Juanjo Ordás también opina de «High hope», el polémico nuevo disco de Bruce Springsteen. Avisamos de que a él le ha gustado, aunque le gustaría que le echar algo más de valor.
Una sección de JUANJO ORDÁS.
Springsteen se ha quedado a mitad, pero “High hopes” es un disco interesante. El single que le da título –muy buena cover de The Havalinas que supera a la que él mismo grabó en 1996– pronosticaba que quizá había encontrado el pulso entre la parte maquinal del rock vanguardista y el calor de los sonidos clásicos con un curioso punto mestizo. Lo mismo ocurre cuando suena el siguiente tema, un fingidamente semielectrónico ‘Harry’s place’ poseedor de un groove abrumador, parece que Springsteen ha decido salir definitivamente de su zona de confort en lugar de realizar tímidos experimentos que no iban a ningún lado como en algunos de sus últimos discos. Pero eso es todo. El resto del álbum comienza a derivar hacia una normalidad que, no obstante, tiene más encanto que sus dos trabajos anteriores. Una potente versión de The Saints, una emocionante versión de Suicide son dignas de mención, pero “High hopes” habría sido aún más interesante si definitivamente Springsteen hubiera decidido mezclarse con el latido actual de las calles, con los ruidos electrónicos que nos envuelven cada día, con la frialdad de un mundo que encuentra calor en lo artificial. Movimiento demasiado tosco para un autor de sonoridades clásicas norteamericanas, pero tal vez en forma de epé habría sido un guiño tan liviano como radical.
Es un terreno complicado para quien hunde sus botas en el barro, suda guitarra en mano y es de voz especialmente humana, algo también aplicable a Dylan o Petty, quizá no es ni la dirección recomendable, pero si a Springsteen le apetece tanto como lleva más de una década dando a entender, que lo haga sin miedo. De todos modos “High hopes” se lleva el aprobado alto, especialmente por sus momentos más atrevidos y también espontáneos, porque cuando suena callejero consigue colarse en la actualidad sin problema alguno, algo que “Wreckingball” intentó fracasando, siendo este nuevo álbum un pequeño triunfo.
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