“No hay que esperar de Bon Jovi el nuevo ‘Grace’, ‘Nevermind’ o ‘Sticky fingers’, sino olvidar los delirios trascendentalistas en los que su música y líder se han visto envueltos en varias ocasiones, ignorar lo que Jon Bon Jovi piense que su grupo debería ser y pensar que Bon Jovi son lo que son, un blockbuster musical que puede producir muy buenas escenas de acción”
Juanjo Ordás pone sobre el tapete el último trabajo de Bon Jovi, “Burning bridges”, y aprovecha para analizar la carrera de un grupo que siempre ha sido puesto en tela de juicio pero que ha sabido capear el temporal durante tres décadas.
Una sección de JUANJO ORDÁS.
Bon Jovi debe ser la banda que más ampollas ha levantado en el mundo del rock and roll, lo cual es un mérito. Y eso ha sido así por su longevidad. Si la cabeza de Jon Bon Jovi no carburase tan bien como carbura, su grupo habría sido olvidado según finalizaban los ochenta, pero resulta que el ahora canoso sex symbol es bastante inteligente. En su primera época, Bon Jovi fueron ejemplo de la fusión pop-rock-metal, en los noventa consiguieron nuevos fans modernizando su sonido cuando fue necesario (“Keep the faith”) o retrotrayéndose a la raíz yanqui cuando estimaron oportuno (“These days”) y para colmo en los dosmiles se hicieron con otra generación de jóvenes seguidores gracias a un single (“It’s my life”) para después endurecerse cuando nu-metal pegaba fuerte (“Bounce”) y explotar el sonido Nashville con éxito (“Lost highway”). Hay que reconocer que los volantazos se la dan bien a Jon Bon Jovi pero parte del rechazo que genera su grupo entre el sector rockero es debido a esa manía suya de tratar de hacer pasar a Bon Jovi por banda socialmente concienciada o, dicho de otra manera, por banda seria. Porque por muy buenos que hayan sido algunos de sus temas más dramáticos tipo “Dry county” o “Hey god”, lo mejor de Bon Jovi atiende al nombre de ‘You give love a bad name’ o ‘Damned’ y al de esas canciones que han conseguido confeccionar en los últimos años y que sin dejar de ser formales, no dejan de lado la celebración como por ejemplo ‘Whole lot of leavin’ y ‘Because we can’. Precisamente por ello “Lost highway” y “What about now” fueron tan buenos discos y por eso “Burning bridges” es un buen trabajo también. Aunque este lanzamiento viene acompañado de cierta ironía, pues se trata de un disco de decartes de anteriores más alguna composición nueva que supone el fin de un largo contrato discográfico y que denota cierto desinterés a la hora de promocionarlo por parte de un Jon Bon Jovi que ya está pensando en el siguiente.
Todo esto puede provocar que “Burning bridges” pase sin pena ni gloria por el mercado cuando en realidad no lo merece. Claro, hay que situarse. No hay que esperar de Bon Jovi el nuevo “Grace”, “Nevermind” o “Sticky fingers”, sino olvidar los delirios trascendentalistas en los que su música y líder se han visto envueltos en varias ocasiones, ignorar lo que Jon Bon Jovi piense que su grupo debería ser y pensar que Bon Jovi son lo que son, un blockbuster musical que puede producir muy buenas escenas de acción. Poca información hay sobre este “Burning bridges” que poco parece interesar al capo, lo que sumado a que es el primer disco sin el carismático y fugado guitarrista Richie Sambora (solo cofirma un tema) y a su carácter de compilatorio de inéditos desestimados juega en su contra. Pero resulta que más de la mitad del disco es una sucesión de rock moderno radiable, con hits y algún momento bajo, las cosas como son. Todo será que alguna serie candente de la HBO cierre temporada con ‘A teardrop to the sea’ y resulte que Bon Jovi tienen cosas que decir. A su manera, claro.
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Anterior entrega de Corriente alterna: La música dentro de la música.