«Ves su imagen y piensas que va a ser el punk más duro del universo. Y lo es, y además también es carismático y molón. Pero su música siempre tuvo un componente pop muy acentuado»
Esta semana, Juanjo Ordás se muestra esperanzado ante el nuevo disco de Billy Idol, del que reivindica su faceta netamente rock.
Una sección de JUANJO ORDÁS.
El regreso de Billy Idol es inminente y hay que agradecerle que lo haga cuando lo cree conveniente. Su último disco real (no, no vamos a contar el de canciones navideñas, ¡por dios!) data de hace nueve años y parece que se ha mantenido en forma. Su vida de excesos es conocida por todo el mundo, pero la cuestión es que ha sobrevivido y está mejor que nunca. ¿Me gusta Billy Idol? Me gusta mucho. Creo que es perfecto para escuchar mediante un buen recopilatorio, esa es la mejor forma de acercarse a su música por primera vez. Aunque no tengan nada que ver, su caso es un poco como el de Kiss. Cuando eres pequeño y ves su imagen, piensas que van a hacer música infernalmente ruidosa y luego resulta que lo que tocan es rock muy clásico. Bien, con Billy Idol ocurre igual, ves su imagen y piensas que va a ser el punk más duro del universo. Y lo es, y además también es carismático y molón. Pero su música siempre tuvo un componente pop muy acentuado.
Viene de la escena punk inglesa, pero sus miras eran muy distintas a la de sus contemporáneos. A él le interesaba la melodía y no quería destruir el mundo desde una atalaya de ideologías políticas, al contrario, quería vivir en él y disfrutarlo. Es imposible negar la calidad de canciones como ‘White wedding’, ‘Flesh for fantasy’ o ‘Catch my fall’. Perfectamente construidas, con líneas melódicas cuidadas, llenas de ganchos. No sorprende que su nuevo single, ‘Can’t break me down’, suene comercial, porque Billy Idol siempre ha sido muy comercial. Y cómo no, esta nueva canción es tan adictiva como cualquier otra de su obra.
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Anterior entrega de Corriente alterna: Morrissey y su recopilatorio de los Ramones.