“Uno de esos extraordinarios conciertos en los que el público quiere escuchar, y el cantante está mejor que en sus mejores tiempos”
Madrid ha sido una de las primeras paradas de la gira recién arrancada de Coque Malla, a la que lleva en directo un disco, a priori, complejo de defender: “El último hombre en la Tierra”. Marta Sanz fue testigo de su directo en la capital.
Coque Malla
Joy Eslava, Madrid
8 de abril de 2016
Texto y fotos: MARTA SANZ.
En todas sus vidas, en cada una de las versiones que le han cubierto, Coque Malla se ha movido con destreza. Ha sabido beber del tiempo, destilar su experiencia. El último reto que se ha impuesto no es sencillo de superar. Sacar del estudio un disco cocinado durante casi dos años, intercontinental, armónico y que reúne a más de veinte músicos, y encajarlo en un teatro de Madrid, con sólo cinco personas sobre el escenario. Sin embargo, el resultado no podría haber sido mejor.
Cada rincón de la sala estaba cubierto cuando los acólitos, solemnes, llegaron al escenario. David Lads a los teclados, Gabriel Marijuán a la batería, y Héctor Rojo y Toni Brunet al servicio de las cuerdas. Entonces, como una culebra, se cuela el protagonista. Y empieza la prueba. Se presenta con ‘La señal’, sin apenas dar las buenas noches. No es la muestra que marcará la noche, sino la tensión de quien toma carrerilla. Porque con la segunda canción, ‘Escúchame’, Coque Malla se pone gamberro, y lo que empieza es una fiesta. “Qué maravilla la Joy, me encanta, me trae buena suerte, buenos recuerdos y estoy como en casa”, lanza. “Madrid, bienvenidos al show”. Y tanto que lo fue. Uno de esos extraordinarios conciertos en los que el público quiere escuchar, y el cantante está mejor que en sus mejores tiempos. La música cambia de ritmo a cada paso, pero todo cuadra en el guion. De ‘She is my baby’ a ‘Lo hago por ti’, desde ‘El último hombre en la Tierra’ hasta ‘Berlín’.
La voz de Coque es reconocible, absoluta y bella. Cuando habla y cuando canta. Y como por quien la lleva, no pesan los años. Ya ha comenzado a brillar cuando tras ‘La carta’ esa voz hace una emocionada introducción, aludiendo al disco que presenta. “Aparte de la madre, que soy yo, les presento al padre de la criatura”, ríe. Y se une al espectáculo José Nortes, y se entiende por qué Coque Malla iría con él hasta el infinito. Entonces se salda el acuerdo con ‘Cachorro de león’ y ‘Moneda’, y todo es baile, desenfreno, y pura alegría.
Ya en mitad de la carretera un alto se hace conmemoración, y cantan por David Bowie en una bienintencionada versión de ‘Heroes’, bien debida, bien pagada. Tras recomponerse con ‘Me dejó marchar’, afronta un guiño compartido al disco ‘Mujeres’ con ayuda de Alondra Bentley, que le cubre sin fisuras en ‘At the movies’ y ‘She understands’.
Entonces Coque dice que está mayor, y aunque nadie le cree, llega al escenario una banqueta y una copa de vino, y enfila con serenidad ‘Lo intenta’, ‘El cambio interior’, y ‘Hace tiempo’. Pero no es calmada la tempestad, y esos zapatos en punta pedían escenario, así que sin necesidad de pompa y chaleco, el pasado llega con la infaltable ‘No puedo vivir sin ti’ y la premiada ‘Guárdalo’. A pesar de todo el entusiasmo, el intérprete no quiere mirar hacia atrás, y no tiene ninguna necesidad. “Volvemos al presente”, avisa, y no entran las quejas cuando no puede haber mejor ahora, aunque este empiece a anunciar el final de la velada, que llega con ‘My beautiful monster’ y ‘Despierto’. La ovación es merecida, y clamorosa. Ni un aplauso en bajo para despedir a un grande. La banda se une, y se abraza entre risas, quizá conscientes de que han hecho un gran trabajo. Un trabajo que solo acaba de empezar. La gira de Coque Malla continúa, y solo puedo decir lo que diría cualquier asistente al concierto de este viernes en Madrid: no se lo pierdan.