Coppel publica “Los nobles salvajes”

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coppel-03-11-16

Íñigo Coppel acaba de publicar en las principales plataformas digitales el disco “Los nobles salvajes”. La presentación tendrá lugar el 10 de noviembre en la sala Galileo Galilei de Madrid.

“Guiado por la mano sabia de José Nortes en labores de grabación y producción en los prestigiosos estudios Black Betty y con el concurso de Jairo Martín al piano y Manu Clavijo en el violín –más una horda de coros libertarios con sabor a salitre-, Iñigo pone en estos días en circulación su cuarto disco Los Nobles Salvajes y el mundo, extrañado, deja el móvil a un lado y abre las orejas para empaparse de la poesía que destila un disco insólito. Poesía desgarrada en 14 de Enero (caminando como James Cagney pero desnudo), tema que podría haber firmado perfectamente Jacques Brel; poesía que se mece a ritmo de tango en ¡Éramos tan jóvenes!, dándole la espalda al reloj biológico en beneficio del cronómetro romántico; poesía que viaja en trenes como suspiros en Luces de Atocha. Poesía que también es compatible con la sonrisa que brota espontánea al escuchar La Balada de Edu El Rata, crónica de un músico neofito y perdido en la Meca de la Canción, o el Blues hablado sobre la propuesta de ley para soltar leones persas en las calles de Madrid, idea que, si uno lo piensa bien, tiene su lógica. Poesía que se torna profunda y reflexiva sobre el absurdo de la civilización en A mayor gloria de nadie o sobre el perdón y sus entretelas en Balal, Abdollah y Maryam”, escribe el periodista y músico Fernando Martín en la nota de prensa.

“Poesía erguida en la cubierta de un bajel para gozar de la “libertad, libertad, libertad” en Iñigo Coppel viaja al siglo XVII y se une a los piratas de Libertalia. Poesía dulce y apasionada al pie de la tumba de un rapsoda inmortal en Mujer de Père-Lachaise. Poesía de amor eterno y maldiciones rotas en Hermana. Los Nobles Salvajes avanzan por la geografía desnuda de un tiempo en el que la verdad, la belleza, la poesía y las buenas canciones son casi una especie en extinción en esta era de placeres virtuales –o sea, no reales”.

 

 

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