“Como un corazón”

Autor:

DISCOS

 

“Música popular, imaginativa en los arreglos, bien interpretada, elegante, atenta al detalle y que abarca todo el espectro que va de la emoción a la belleza”

 

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VV.AA.
“Como un corazón”
SONY

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Hace mucho tiempo ya que el flamenco es enormemente flexible, tan dúctil que puede moldearse en cualquier partitura, en cualquier acorde; ha dejado de ser un género, para ser una manera de entender la canción, y por ello puede llegar a cualquier espectro y dar luminosidad a cualquier versión. Estas breves consideraciones teóricas explican que el traductor y periodista Alberto Manzano logre conjugar sus dos querencias estilísticas y, a raíz de un espectáculo en que ya las fundía, haya salido más que airoso de este su proyecto como productor: voces de mujeres jóvenes con raigambre flamenca que asumen clásicos básicamente del rock americano y dan vuelta y vuelta a Leonard Cohen, Dylan, Jackson Browne o Hank Williams, estableciendo así una conjunción impoluta, gargantas que no ocultan su desmesura ronca pero que saben adaptarse a unas composiciones mucho más mesuradas.

El primer milagro del disco es buscar siempre la mejor solución. En ‘Caramelo’, por ejemplo, de Suzanne Vega la voz es rugosa, pero el fondo calmo y pausado, el acordeón da un aire salobre y todo se resuelve sin estridencias. Ello también hace que en ocasiones se intuya el aire que le darían a las melodías las grandes damas de la canción, una Ana Belén por ejemplo; sucede en la versión de ‘Les feuilles mortes’ o en el ‘Aleluya’ de Cohen, de tratamiento más estándar.

Voces siempre versátiles, la de ‘Como un corazón’, de Jackson Browne pasa con facilidad del grito al susurro, febril o sensual, y le da un aire definitivo a la versión y en el ‘Take it easy’ la melodía es hablada y deja su propio ritmo a la palabra: pero sobre todo destacan las soluciones originales en los arreglos. De la misma manera que la oscuridad y el deseo que visten el ‘Mil besos’ de Cohen tienen algo de griego, el ‘Solo hago que llorar’ de Hank Williams parece llenarse en su consistencia rítmica de un aire galaico en ese pandero. Pueden tirar también por tonos arábigos en ‘Cometa derviche’ –obsesiva y onírica– y llenar una armónica con toda la melancolía del mundo para ofrecérsela al poema de Machado que pone letra a una composición de Elliott Murphy, letras de poetas que también aparecen en el ‘Pequeño vals vienés’ –Lorca, claro– saltando sobre los puentes que va abriendo el violín. Incluso se llega a mostrar todo el repertorio de efectos de la guitarra eléctrica en el ‘Todo por andar ‘de Dylan.

En definitiva, un disco que no debe asustar a los que sienten cierto rechazo por el flamenco, porque no es flamenco, es simplemente música popular, imaginativa en los arreglos, bien interpretada, elegante, atenta al detalle y que abarca todo el espectro que va de la emoción a la belleza. Si a esto añades que de alguna u otra manera participan el propio Jackson Browne y su banda o Elliot Murphy, Javier Muguruza o Kiko Veneno, se convierte en imprescindible para cualquier aficionado.

 

 

Anterior crítica de discos: “Cala Vento”, de Cala Vento.

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