LIBROS
“En palabras del novelista mexicano Juan Villoro, que se encarga del prólogo, García siempre mira el lado humano del mito, y nada puede ser más humano que sorprenderlo cuando no espera a ningún periodista”
Fernando García
“Como entrevistar a una estrella de rock y no morir en el intento”
JUS
Texto: CÉSAR PRIETO.
Es bien conocida por el aficionado español la vitalidad del rock en Argentina. Grupos míticos, grandes giras e incluso estrellas que se han asentado definitivamente en nuestro país; sin embargo, no fluye de igual manera el periodismo musical entre las dos orillas y ni las espléndidas editoriales australes que hablan de música ni las plumas incisivas y con criterio tienen presencia en nuestro país. Entre ellas se encuentra Fernando García, que desde las páginas del diario “Clarín” agitó durante casi veinte años la vida cultural de Buenos Aires y que ha publicado media docena de libros que recogen aspectos enciclopédicos del punk inglés o de los Rolling Stones.
En el volumen que nos ocupa se dedica a recrear las aventuras que vivió hasta la llegada al centro neurálgico, que no es otro que la estrella. Por supuesto que aparecen retazos de las entrevistas, publicadas previamente en “Clarín”; pero aquí, en la versión ampliada, puede resultar más interesante el movimiento estratégico para poder llegar a espacios vetados a los mortales –coches, casas, habitaciones de hotel de los dieciséis músicos a los que persigue–, que la entrevista en sí. En palabras del novelista mexicano Juan Villoro, que se encarga del prólogo, García siempre mira el lado humano del mito, y nada puede ser más humano que sorprenderlo cuando no espera a ningún periodista.
Dos ejemplos preclaros: empecemos con John Lydon. Tras describir de manera magistral el último concierto de los Sex Pistols en Estados Unidos, nos relata cómo consiguió una de las únicas entrevistas que su cantante concedió para un medio escrito. Un acceso más que nada sencillo: entra a la buena de dios en el bar del hotel, comienza a beber cervezas con Lydon y surge la conversación. La crónica está trufada de un humor porteño finísimo, que se esconde al entrevistar a su factótum, Malcom Mclaren, como sabemos pagado de sí mismo pero con respuestas inteligentes en su entrevista. Segundo ejemplo: Paul McCartney, al que persigue por atascos de autopistas y caminos de tierra en una crónica hilarante.
Los textos resultan bien machihembrados, entre la evocación memorialística, el periodismo y la imaginación –poca, pero jugosa–; nuevo ejemplo, un taxista que lo lleva escucha a los Scissor Sisters en la radio y cree que son los Bee Gees de su juventud en un nuevo disco. El poder de la música, de los recuerdos y la finura al interpretar el entramado sostienen el impecable reportaje entre las calles de un Buenos Aires en el que se persigue también a Dee Dee Ramone, que vive en una pequeña quinta de un barrio extremo.
Hay entrevistas insulsas; las de Noel Gallagher –escueta, inventó Twitter apunta sarcástico García– o la de Kiss, pero en general no importan para nada, la búsqueda de Phil Collins por las calles de Ginebra o la grabadora frente a David Bowie que persiste en no funcionar y en cuyo arreglo interviene el músico –no importa, solamente con escucharlo, inspiración e inteligencia, logra transcribir sus palabras– focalizan unos textos que se debaten en la tensión de atender a la palabra de los ídolos o recrear sus circunstancias. Y siempre –las palabras de los ídolos a veces resultan pobres– salen ganando las circunstancias.
–
Anterior crítica de libros: “Memorias de un espantapájaros. M Clan en la cuerda floja”, de Chema Domínguez.