FONDO DE CATÁLOGO
«El cantautor argentino mantuvo en buena parte de los ochenta la fuerza y expresividad como cancionista de las que hizo gala la década anterior»
Publicado cuando Alberto Cortez llevaba dos décadas en la música, Como el primer día no contiene los grandes éxitos del cantautor y poeta argentino, pero sí algunos de los rasgos más interesantes de su obra. Hasta él nos lleva Luis García Gil.
Alberto Cortez
Como el primer día
HISPAVOX, 1983
Texto: LUIS GARCÍA GIL.
En la convulsa historia reciente de Argentina, el año 1983 no fue un año cualquiera porque supuso la recuperación de las libertades democráticas, que cercenó la dictadura militar del general Videla. A finales de ese año de advenimiento democrático, Raúl Alfonsín asumió la presidencia del gobierno democrático y sentó las bases para perseguir los crímenes del régimen militar. En ese contexto nada baladí, Alberto Cortez, sumergido ya en la madurez de la cuarentena, grabó un nuevo disco al que dio título uno de sus clásicos instantáneos, “Como el primer día”, el disco que traemos hoy a nuestro Fondo de catálogo.
El cantautor argentino mantuvo en buena parte de la década de los años ochenta la fuerza y expresividad como cancionista de las que hizo gala en la década anterior. Como el primer día da buena muestra de ello, aunque no todas las canciones mantienen el nivel de la pieza inaugural. “Como el primer día” juega con los crescendos tan afrancesados de Cortez en una de esas canciones apasionadas y temperamentales que son parte de su estilo y forman parte de su fecundo cancionero amoroso. El argentino muestra sus recursos ilimitados como intérprete y dice seguir queriendo a su amada como el alfarero de su fantasía, con la algarabía del tamborilero y el gemir austero de una letanía. “Como el primer día” ha conocido hasta versiones flamencas como la que grabó la sevillana Joana Jiménez en 2016.
En Como el primer día Alberto Cortez se acompaña de su inseparable arreglista César Gentili, pero también deja su impronta Zito Zelante, que va a tomar el relevo de Gentili como pianista y director musical del argentino. Gentili sigue presente en este disco y deja su sello en varias canciones, como “Me gusta verte dormida”, “Aquella novia primera” o “Sabra y Chatila”, otra gran canción, en este caso urgente, que supone el primer apunte político y social del disco en torno a aquella masacre perpetrada por milicias libanesas contra el pueblo palestino ante la complacencia de Ariel Sharon que lideraba en aquel entonces el ejército israelí que invadió el Líbano en 1982. «¿A dónde estaba Dios cuando la gente fue sometida a hielo en las pupilas?», se pregunta Cortez ante el inexplicable dolor que asola el mundo. Los más de seis minutos de “Sabra y Chatila” culminan transformando la canción casi en un oratorio.
Además de la candente y doliente actualidad, Alberto Cortez se refugia en Como el primer día en tres textos del maestro pampeano Ricardo Nervi convertidos en canciones: “Flor de cardo”, “Para soñarte” y “Endecha del solitario”, en cuyos arreglos interviene Horacio Icasto.
En Como el primer día Alberto Cortez sigue componiendo estampas confesionales. No solo evoca en la distancia del tiempo transcurrido a su primera novia, sino que dibuja prolijamente en “La vejez” las propias marcas de su futura ancianidad. «La vejez es la más dura de las dictaduras», canta Cortez en una canción de suprema delicadeza, solo piano y voz como único sostén.
También de la cosecha del argentino son la amorosamente poética y primaveral “Cuando vuelva a verte” —esos glaucos ojos de la amada y la mención ornitológica a las abubillas— y “Si nos dejaran” que, bajo la apariencia ligera de la música, contiene una mirada crítica y disconforme frente al rabioso presente y quienes ostentan el poder y la manija en una línea consecuente con otras canciones suyas y con lo ya cantado en algunos pasajes de su anterior disco, Castillos en el aire.
Contiene este Como el primer día, en sus mejores momentos, muchas de las virtudes que jalonaron la trayectoria de Alberto Cortez, a pesar de no ser un disco que acumulara grandes éxitos. Al año siguiente el argentino rendiría homenaje a uno de sus más ilustres paisanos, el legendario Carlos Gardel. Pero eso sería otra historia que habría que contar a ritmo de tango.
–