«Los hechos (con un arco narrativo que en la serie completa cubre el periodo de 1920 a 1945) son relatados con una cierta distancia, las cosas suceden porque la vida no es de color de rosa y hay que asumirlo, y cuanto antes mejor»
Robin Wood y Domingo Mandrafina
«Savarese»
001 EDICIONES
Texto: JUAN PUCHADES.
Domingo (o «Cacho») Mandrafina es uno de los autores esenciales del cómic argentino, continuador de esa escuela clásica local que se expresa en blanco y negro, en una suerte de realismo siempre en la frontera con el expresionismo y cuyo máximo maestro (aunque los «alumnos» han tirado cada uno por su camino, su huella siempre está ahí) es Alberto Breccia.
Mandrafina, en 1978, comenzó a colaborar con uno de los grandes guionistas de la industria argentina, el paraguayo (aunque en Buenos Aires encontró su segundo hogar y en el mundo un lugar por el que deambular) Robin Wood, un autodidacta todoterreno con una singular capacidad para generar argumentos y escribir diálogos. Juntos dieron forma a «Savarese» (que vio la luz en la revista «D’artagnan»), la historieta que a lo largo de once años y en más de cien episodios breves, iba a narrar la vida de Giovanni Savarese, un adolescente apocado que ve cómo en su Sicilia natal, por una cuestión de honor (el siempre absurdo honor), es asesinada su familia. Desde ahí se irán narrando sus peripecias vitales que no tardan en llevarle a Nueva York, donde se da de bruces con una realidad en absoluto alejada de la que ha dejado atrás, con las «familias» de la mafia dominando la ciudad y extendiéndose (como iremos viendo en el primer tomo de la serie que acaba de publicarse) por todo el país. Savarese, con el nombre cambiado por el de John al desembarcar en Estados Unidos, va huyendo de la violencia que parece perseguirle y a la que quiere ser ajeno, hasta que se da cuenta que ha de tomar partido y que la única opción que le queda es hacerlo por el lado bueno de la ley. Tanto que, al final de esta primera entrega, intuimos que acabará entrando en la policía.
Savarese es el antihéroe, y ahí reside parte de su encanto: a ese escuchimizado ser solo lo mueve su fuerza de voluntad, no los músculos, trata de salir adelante sin molestar a nadie, pero no puede vivir ajeno a una realidad terca y, tras el asesinato de su amigo y policía Mike O’rourke, en el que él mismo se ve envuelto y acaba con la vida de un «torpedo» mafioso, su actitud vital cambiará. Wood, con «Savarese», dio forma a una historia moral clásica, de buenos y malos, pero lo hizo sin cargar las tintas melodramáticas: los hechos (con un arco narrativo que en la serie completa cubre el periodo de 1920 a 1945) son relatados con una cierta distancia, las cosas suceden porque la vida no es de color de rosa y hay que asumirlo, y cuanto antes mejor. Así logró que el relato se sostuviera y el lector de hoy pueda leer su creación sin tener la sensación de estar ante algo anacrónico con lo que adoctrinar a jovenzuelos de hace décadas. Al contrario, «Savarese» es un gran relato para adultos que logra que nos zambullamos en su lectura con placer, a lo que también contribuye la gran puesta en imágenes de Mandrafina, maestro del más intenso blanco y negro. Seguiremos atentos a los siguientes tomos de esta muy recomendable integral de «Savarese».
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