«Hacer un comentario social directo en las canciones no nos atrae demasiado, un grupo pop no es la mejor plataforma para tratar temas serios»
Sus antecedentes hay que buscarlos en Mistakens, grupo de A Coruña que miraba hacia los años 60 y 70. En aquella encarnación grabaron un LP, Dos minutos, y tocaron en festivales como Euro Yeyé, Purple Weekend o Pebbles. Ya en 2008, tras el cambio de nombre, apareció su primer álbum como Combo Dinamo, «Decencia y buen gusto». Ahora llega «Quieto, muere, resucita!!!», que nos presenta Edgar No, su cantante y compositor de la mayoría de los temas.
Texto: XAVIER VALIÑO.
Foto: LUIS DÍAZ.
¿Cómo fue la respuesta a vuestro anterior disco? ¿Os pareció que el grupo llegaba a un nuevo público al que antes no habíais accedido?
Sí, con el disco anterior empezó acercarse a los conciertos gente más relacionada con el ámbito indie, y también un público más general que el que teníamos con las otras formaciones.
¿Cómo ha vivido la banda estos tres años de espera, cuál ha sido el ánimo y qué novedades hay en la formación?
En los tres años que han pasado entre los dos discos estuvimos tocando y girando intermitentemente. Además, en el 2009 editamos dos singles con canciones de «Decencia y buen gusto», versiones y temas nuevos. En cuanto a las novedades, este disco se ha hecho desde el principio con la formación de quinteto ya estable con la que veníamos tocando en los últimos tiempos, es decir con el núcleo básico del otro disco, los dos Pablos y Edgar, más la incorporación de Juanjo a la guitarra y José a los teclados, que ya había añadido algunos arreglos en el álbum anterior.
Parece que con la llegada de un teclista, este cobra una especial importancia en el grupo ¿no? ¿Ha condicionado este elemento la composición de las nuevas canciones, los arreglos o la grabación y hasta qué punto?
Sí, los teclados y sintetizadores cada vez tienen más peso por varias razones. Por un lado, la mayoría de las canciones nuevas fueron compuestas directamente con el teclado y no con guitarras, lo que acaba dando unas armonías más abiertas que si los temas fueran hechos basándose en posiciones de acordes en la guitarra. Por otra parte, dejar que los teclados ganaran terreno también fue una decisión consciente: Queríamos buscar un sonido más personal y variado respecto al power-pop o rock más estándar del primer disco, y los sintetizadores y cacharros permiten tener una libertad mayor.
Habéis grabado en el estudio de Arturo Vaquero, antes conocido como Humanoid, que editaba discos de electrónica pop. ¿Fue algo intencionado, precisamente, por tener ahora teclados?
Sí. Contamos con Arturo precisamente porque queríamos refrescar el sonido respecto al de las grabaciones anteriores, dar un mayor protagonismo a todo tipo de teclados y no cortarse en procesar las voces, la base rítmica o lo que hiciese falta. Arturo tiene una experiencia enorme en la producción de música electrónica y no electrónica, y supo cómo conseguir todo lo que queríamos desde el primer momento.
De todas formas, no habéis perdido la esencia orgánica de la banda. ¿Cuáles serían esas nuevas referencias a la hora de abordar este disco? Este año vuelven The Cars. Teniendo en cuenta que siempre os tiró la música de los 60, el power-pop, la nueva ola, ahora veo más de una semejanza con The Cars y bandas influenciadas por ellos como Hot Hot Heat. ¿Cómo lo veis vosotros?
Entendemos la comparación por ser bandas con sintetizadores, pero en este momento realmente no tenemos en la cabeza a ninguno de ellos. Si tenemos algo que ver con esas bandas es más bien por coincidencia.
Vuestra versión en el primer disco fue de Devo (‘Libre elección’) y en este de Brian Eno (‘La aguja en el ojo del camello’). ¿Es lógico con lo que estamos contando o salió mucho más espontáneamente?
No creo que haya que buscar una demostración de intenciones en las versiones que elegimos, son simplemente canciones que nos gustan y que podemos adaptar bien. En el caso de la de Devo, la hicimos porque se ajustaba muy bien al estilo, al sonido e incluso a las letras que teníamos en «Decencia y buen gusto». Y con el de Brian Eno no pudimos resistirnos, es un tema estupendo que creíamos que podía seguir sonando potente en castellano.
Lo mejor de todo es que sonáis muy personales y tenéis unas canciones que no hacen fácil pensar en otros grupos, especialmente españoles. ¿Con quién veis esas posibles semejanzas, si las hay?
Pues la verdad es que también nos cuesta ver relaciones con los grupos actuales españoles que conocemos. Si hubiese que dar alguna referencia en castellano, tendría que ver más bien con los primeros Radio Futura o Carlos Berlanga.
¿Y cuánto cuesta conseguir ese sonido personal, cuánto hay de experimentación en el local, de romperse la cabeza al componer o escribir los arreglos?
En nuestro caso, lo habitual es que la base de las canciones salga rompiéndose, o no, la cabeza en casa. En el caso de este disco, el tiempo real de composición y de arreglo de las canciones antes de llegar al estudio fue muy corto. Lo que quiero decir es que muchos de los temas llegaron al estudio solo con la estructura básica y se arreglaron allí. Algunos directamente se terminaron de componer en Abrigueiro, lo cual fue muy diferente a lo que paso con el disco anterior, en el que prácticamente todos los temas llegaron al estudio bastante terminados y ya tocados en directo. En esta ocasión el proceso fue interesante porque nos obligó a ser creativos bajo presión en el estudio y a arreglar los temas sin pensar en cómo tendrían que sonar en directo.
También es difícil encontrar referentes para las canciones. ¿Seríais capaces de reconocer alguna canción ajena que haya servido de inspiración para una de las vuestras?
Más que inspirarse en canciones concretas, sí que usamos referencias para el sonido, el estilo o los arreglos de algunos temas. Por poner algún ejemplo, nos acordamos de los discos de la época alemana de Iggy Pop y David Bowie, de Goldfrapp, Ladytron o Beck…
¿Han cambiado los motivos que inspiran las letras, con, por ejemplo, la turbulenta situación actual, o siguen inspirándoos los mismos temas?
No creo que en nuestros temas se refleje nada social o político, al menos directamente; tratan más bien de aspectos personales o simplemente de cosas absurdas. Hacer un comentario social directo en las canciones no nos atrae demasiado, un grupo pop no es la mejor plataforma para tratar temas serios. O se tiene un talento especial o, en general, el resultado es bastante ridículo. Pero sí que es cierto que nos está comentando mucha gente que son buenos textos los que hemos conseguido. Nuestro esfuerzo nos cuesta [risas].
No conozco la película que inspira el título. ¿De qué va y por qué os sugería tanto?
La verdad es que lo que nos interesaba de la película era el título en sí –también es el título de una canción infantil rusa–, es potente y tiene que ver con las letras del disco. Todo viene porque durante la grabación usábamos de broma cualquier cosa que tuviera que ver con lo ruso, y en eso se cruzó ese título y ahí quedó.
Supongo que compensa la autoedición de vuestro disco, aunque también dará su trabajo. ¿O es más una cuestión de que se trata de la salida más digna en este momento?
Las dos cosas. Por un lado, en este momento es muy difícil que las compañías pequeñas hagan apuestas por cosas que no tengan muy de su mano o que se identifiquen mucho con su línea o estilo. Por el otro, nuestras experiencias con ellas tampoco fueron muy satisfactorias, así que preferimos gestionar nosotros toda la edición aunque, como bien dices, supone un riesgo y un montón de trabajo.
¿Qué queda hoy de los chavales que empezaron en Mistakens. Son las mismas motivaciones, las mismas ambiciones, los mismos objetivos? ¿Han cambiado?
Sin haber sido nunca muy ingenuos, creo que ahora somos más realistas con los objetivos y las posibilidades del negocio. En cuanto a lo musical, las ganas de hacer cosas y superarnos siguen siendo las mismas, sólo que con más perspectiva. Lo que sí tenemos claro es que cada vez nos gusta más lo que hacemos y creemos que cada vez suena mejor.
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Desde aquí puedes acceder a la web de Combo Dinamo.