COMBUSTIONES
«A pesar de su voz, suculenta y cruda, educada en el góspel, fue incapaz de consolidar una carrera en solitario»
Julio Valdeón se detiene en la figura de la recién fallecida Clydie King, vocalista de góspel que acompañó a B.B. King, Rolling Stones, Steely Dan o Bob Dylan. Con este último, además, grabó un disco inédito.
Una sección de JULIO VALDEÓN.
Murió Clydie King y, cosas de la vida, del arte o la suerte, pocos la recuerdan. Sus discos, grabados en los años setenta, nunca vendieron lo suficiente. A pesar de su voz, suculenta y cruda, educada en el góspel, fue incapaz de consolidar una carrera en solitario. Al menos disfrutó de una magnífica racha como corista. Acompañó a B.B. King, Martha Reeves, Humble Pie, Joe Cocker, Odetta, Elton John, los Rolling Stones (nada menos que en Exile on Main St.), Tim Buckley, Steely Dan… Entre 1966 y 1969 formó parte de las Raelettes, el formidable coro femenino que acompañaba a Ray Charles. A diferencia de su compañera en las Raelettes, Merry Clayton, con la que compartió la grabación de “Sweet home Alabama”, de Lynyrd Skynyrd, no figura entre las grandes coristas recuperadas en el oscarizado documental 20 feet from stardom.
King, que había nacido en Texas (en Dallas) y perdió a su madre con dos años, comenzó su periplo musical de adolescente, al frente de Little Clydie and the Teens. Poco a poco cimentó su carrera en discográficas como Specialty —el legendario sello de Art Rupe que publicó, entre otros, a Little Richard y Guitar Slim—, Philips, Minit —la disquera de Nueva Orleans donde grabaron Allen Toussaint e Irma Thomas—, e Imperial. En 1980 empezó a trabajar con Bob Dylan, inmerso en la fiebre proselitista del periodo cristiano y que acababa de romper con Helena Springs, puntal del coro que lo acompañó durante la feroz gira del 79. Cuentan que la deserción de Springs engendraría la agónica ‘The groom’s still waiting at the altar’, y que la afable King inspiraría “Let’s keep it with us”. Durante un tiempo fueron pareja. En la edición del veinte aniversario de Behind the shades, de Clinton Heyling (con bastante diferencia la mejor biografía de Dylan. 902 apretadas páginas, renovadas y ampliadas cada diez años, la última edición es de 2011. No, nadie lo ha editado en España) el guitarrista de los Stones, Ron Wood, recuerda que «Bob buscaba [a Clydie] todo el día para consolarse. Ella se portaba estupendamente con él, pero eran las personas más diferentes que puedas imaginar. Agua y aceite. Ella era una escandalosa cantante de soul negra que devoraba hamburguesas, mientras que Bob, taciturno y blanco, mordisqueaba una esquina de la suya. Siempre lo recuerdo tratando de compartir la hamburguesa de King, y a ella picándole. En aquel tiempo fue algo que [Dylan] necesitaba».
Participó en los siguientes tours de Dylan. La escucharán también brillar en discos como Saved, Shot of love e Infidels. Mark Knopfler los recordaba entonando añejas tonadas góspel la noche de 1980 en que lo visitaron en su hotel después de tocar en el Roxy. Parece que incluso grabaron un disco de duetos en los estudios Gold Star. El biógrafo británico especula con la hipótesis de que se trate de un largo de versiones, posiblemente con el mero acompañamiento de un piano. A juzgar por los bootlegs de los directos y por la sentida interpretación que hacían de “Abraham, Martin and John”, el himno de 1968 escrito por Dion en honor de Lincoln, el reverendo King y JFK, y que puedes encontrar en The bootleg series Vol. 13: Trouble no more 1979–1981, nos estamos perdiendo algo más que una mera curiosidad. Publicarlo sería una bonita forma de cimentar el legado de una intérprete formidable. «Con nadie canté mejor que con ella», le ha dicho Dylan a Rolling Stone, «Éramos dos almas gemelas».
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Anterior entrega de Combustiones: Los vergonzantes Cachitos que trocean la historia.