FONDO DE CATÁLOGO
«Clima vino a ser, casi sin quererlo, el testamento musical de la cantante malagueña y un sueño cumplido para Luis Eduardo Aute»
El último trabajo que firmó Pepa Flores fue, precisamente, un disco de canciones compuestas por Luis Eduardo Aute. Doble motivo por el que volver a este disco que recupera Luis García Gil.
Pepa Flores
Clima
ZAFIRO, 1983
Texto: LUIS GARCÍA GIL.
La historia musical de Marisol viaja del “Corre, corre caballito” de principios de los años sesenta al “Ay de ti, ay de mí” de Luis Eduardo Aute de su último disco, cuando la otrora pizpireta niña prodigio ya es una mujer en busca de su propia identidad perdida. No es casualidad que ese disco final grabado en 1983 lo firme como Pepa Flores, fotografiada en portada en un sugerente primer plano por el cántabro Ciuco Gutiérrez, paseante con el objetivo de su cámara de la febril movida madrileña.
Marisol que lo fue todo musicalmente —flamenca, yeyé, pop y hasta psicodélica— terminó encontrando en las canciones de Aute un último refugio lírico tras haber grabado con Galerías de perpetuas su disco probablemente más audaz y comprometido.
En aquel último disco no aparecía el título, salvo en el vinilo, donde figuraba la palabra Clima. Y ese Clima con canciones de Aute debió ser un disco con arreglos de Luis Mendo, pero finalmente el cometido recayó en Ricard Miralles, el arreglista de confianza de Joan Manuel Serrat, que se acompañó para la ocasión de un grupo que no era el del cantautor catalán sino otro, formado por Eduardo Gracia al bajo, Rafael Martínez a las guitarras y Pepe Sánchez a la batería, a los que se sumó José Antonio Quintano a los teclados, todo ello bajo los auspicios discográficos de Zafiro.
Mendo había sido clave en la propia evolución musical de Aute con discos como Alma y Fuga, que preceden al clamoroso directo Entre amigos grabado el mismo año de Clima. Sin el discurso musical de Mendo, las canciones de Aute parecían desprovistas de ese sello que el miembro fundador de Suburbano sabía imprimirles.
Con todo, Clima supone el encuentro definitivo de Pepa Flores con Aute, al que ya había cantado en los años setenta. La diferencia sustancial y sustanciosa es que ahora se trataba de todo un álbum completo con diez canciones que se graban en los estudios Kirios de Madrid, con Enrique Rielo como técnico de sonido y los aportes significativos de producción a cargo de Antonio Parera Fons.
«No he podido olvidarte ni un instante», canta Pepa Flores en la pieza inaugural titulada “Una mujer enamorada”. En “Te amo así, te odio así” subyace el tópico del «ni contigo ni sin ti» en una exposición evidente de la dependencia amorosa de la mujer hacia el hombre que, aun sintiéndose maltratada por la pareja, vuelve a ella por los momentos de felicidad que puede darle. Mucho mejor resulta “Tarde o temprano”, una poética exposición de los sentimientos, de nuevo en primera persona, con ese «necesito urgentemente ser feliz» que en la voz de Pepa Flores adquiere un sentido muy especial. “Tarde o temprano” es una buena balada, bien ilustrada musicalmente como sucede con una de las mejores canciones del disco, “Ay de ti, ay de mí”, que Aute ya había grabado en Alma.
«Bésame con la espuma en carne viva de tus labios», canta Pepa Flores en la fogosa carnalidad de “Una amante nada más”, cuya letra pasional podría haber escrito el mismísimo Manuel Alejandro. El disco proseguía su andadura con los reproches amorosos de “Las vueltas que da”, que define esta parte de la canción cuando Pepa Flores canta aquello de «Te crees que sigo siendo aquel pelele / que nunca se negaba a desobedecerte / por no hacerte mal”. Aute rescatará la canción para su disco Alas y balas con resultados mucho más satisfactorios.
De lo mejor del disco es “Mirándote amar”, porque en ella Aute expone con maestría el deseo de dos cuerpos que se aman en la noche hasta que amanece, todo ello resumido en el expresivo estribillo en el que Pepa Flores se quiebra con una voz rasgada, palpitante, de ascendencia flamenca: «Ay, quiero verte mirar / cómo me arrastra el mar / mirándote amar». El piano de Miralles baña elegantemente toda la singularidad de la canción.
Clima va hacia su final con otras luminosas y carnales estampas amatorias como “Enamorándome de ti” y “Quiero perderme en tu cuerpo” antes de “Rota”, que cambia de tono y atraviesa las regiones inhóspitas del desamor con la imagen en pareado de esa gota que colma la derrota. Pepa Flores entrega otra interpretación desgarrada, poderosa. Quedaba lejos la diáfana voz de la niña que fue; ahora, en su manera de cantar se dibujan también sus propios precipicios vitales de mujer hecha a sí misma.
Clima vino a ser, casi sin quererlo, el testamento musical de la cantante malagueña y un sueño cumplido para Luis Eduardo Aute, que la admiraba profundamente.
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Anterior Fondo de catálogo: Vol 3 (1990), de Traveling Wilburys.