Texto: ARANCHA MORENO.
Una agenda rota y un encierro colectivo pueden ser asfixiantes, pero también muy productivos. Para muestra, un botón digital: el de Pancho Varona, que anteayer subió a su canal de YouTube la primera de sus “Clases de guitarra en tiempos de aislamiento”. Un nombre poético que no rompe con la contemplación de las pantallas, pero que nos anima a mirarlas con una guitarra bajo el brazo y ganas de aprender.
Aunque se le ocurrió esa misma mañana, fue su amiga Christina Rosenvinge quien terminó de empujarle a ello. Se conocen desde primerísimos de los noventa, cuando ella militaba con Los Subterráneos y buscó en él un consejero, una opinión externa sobre su debut solista, Que me parta un rayo (1992). Y lo fue. Veinte años después, sus conexiones siguen online y offline. Y gracias a ello, en parte, Varona se ha convertido en profesor virtual por unos días.
«Es una forma de pasar el tiempo, compartir anécdotas, canciones, conocimientos, aunque yo soy mal profesor», advierte el escudero de Joaquín Sabina, con una humildad que cualquiera diría que lleva medio siglo pulsando las cuerdas, rasgándolas, viviéndolas. Pero en cuanto los dedos y las ideas empiezan a fluir, las palabras quedan atrás. Agarra una guitarra española que le regaló Sabina después de una gira y empieza desde el principio. Enseña qué nota corresponde a cada cuerda y la diferencia que hay entre nota y acorde. Después -con el permiso de su felino- se sienta al piano para explicar la diferencia entre armonía y melodía. «La armonía son los acordes sobre los que circula la melodía», pronunciando sin darse cuenta una hermosa frase. Y después irrumpen los acordes de “Esta boca es mía”. Y pide a los que están al otro lado que practiquen el comienzo de la canción, tal y como está haciendo él en el vídeo.
Dice Pancho Varona que la música «es de una lógica aplastante». Y que se va a animar a dar «clases humildes y modestas, puedo enseñaros cosas de las que sé». En solo unas horas desciende de los escenarios de medio mundo y aparca la composición de canciones francamente hermosas (entre ellas, debilidades personales como “Aves de paso” o “Y si amanece por fin”) para convertirse en profesor particular. Cosas que, si no tuviéramos este tiempo de descuento social, quizá no habríamos contemplado jamás.