Cine: «X-Men: Días del futuro pasado», de Bryan Singer

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«Un festival altamente disfrutable en el punto intermedio entre las exigencias del lector de cómics y el espectador no instruido en el universo Marvel»

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«X-Men: Días del futuro pasado»
(«X-Men: Days of the future past», Bryan Singer, 2014)

 

 

Texto: JORDI REVERT.

 

 

En 1980, Chris Claremont y John Byrne trajeron aires renovados a la saga X-Men con uno de sus títulos más contundentes: «X-Men: Days of the future past» elevaba a la enésima potencia las lecturas políticas de las criaturas de Stan Lee y Jack Kirby y proponía un futuro distópico en el que el genocidio mutante se hacía efectivo. Dos años después, Claremont firmaría otra de las obras capitales para Marvel: «Dios ama, el hombre mata» proyectaba en el reverendo William Stryker el clima ultraconservador y la reducción de libertades de la era Reagan. Los mutantes representaban, de nuevo, las minorías, la diferencia que sí o sí debía ser exterminada.

Consciente del potencial de los trabajos de Claremont, Bryan Singer retoma la batuta de la saga tras la ejemplar aportación de Matthew Vaughn en «X-Men: Primera generación» («X-Men: First class», 2011). En su adaptación del primero de los títulos mencionados, Singer ha optado por quedarse con el discurso y dejar el relato original como lejana fuente de inspiración del que apenas toma prestada la aventura intertemporal –aquí, siguiendo la lógica del reclamo taquillero, con Lobezno (Hugh Jackman) como viajero y no Kitty Pride (Ellen Page), relegada a un papel secundario–. En esta suma de mutantes pasados y futuros que luchan por cambiar su destino, Singer se demuestra curtido en el tratamiento de los personajes, prosigue la línea de Vaughn de vincular sus acciones a la Historia –aquí Richard Nixon y Vietnam, con apuntes sobre el asesinato de Kennedy– y se permite una experimentación visual que alcanza deliciosos delirios digitales –la intervención de Quicksilver (Evan Peters) en un tiroteo, las batallas contra los centinelas a través de puertas dimensionales–.

«X-Men: Días del futuro pasado» se postula como una entrega con más inclinaciones melodramáticas y menos enérgica que su precedente, un festival altamente disfrutable en el punto intermedio entre las exigencias del lector de cómics y el espectador no instruido en el universo Marvel. En ese término medio, la película prueba el buen estado de forma de la franquicia y certifica el carisma de sus incorporaciones más recientes –James McAvoy, Michael Fassbender y Jennifer Lawrence– junto al ya consabido de sus mayores –Jackman, Patrick Stewart e Ian McKellen–. Y sin embargo, la sensación de dominio absoluto sobre las piezas acaba por dejar cierto regusto a exceso de control y falta de riesgo, también de una distancia con el material que hace especular sobre posibles y más personales interpretaciones de este.

Anterior crítica de cine: “Metéora”, de Spiros Stathoulopoulos.

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