Cine: “The end of the tour”, de James Ponsoldt

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“‘The end of the tour’ fracasa en pretender ser un fiel retrato de la persona (personaje) en toda su complejidad. Jason Segel se enfrenta a una tarea casi imposible y, aunque el esfuerzo es loable, la presentación del escritor que hace el filme roza en todo momento la caricatura”

 

“The end of the tour”
James Ponsoldt, 2015

 

 

Texto: ELISA HERNÁNDEZ.

 

 

En 1996 David Foster Wallace publicó la que aún hoy es considerada como una de las mejores novelas jamás escritas en lengua inglesa, “La broma infinita”. La obra, de más de mil páginas y de una complejidad y fragmentación abrumadoras, enseguida se convirtió en un fenómeno cultural, arrastrando consigo al propio autor. David Lipsky, colaborador de “Rolling Stone”, cubrió el final del tour promocional de “La broma infinita” en una poco ortodoxa entrevista de varios días con David Foster Wallace de la que resultaron gran cantidad de cintas de audio. El artículo nunca se publicó en la revista.

En septiembre de 2008, David Foster Wallace se ahorcó en el salón de su casa. David Lipsky decidió entonces editar la transcripción casi literal de este encuentro, dando como resultado “Although of course you end up becoming yourself”, que no solo incluye las respuestas de Wallace a las preguntas de Lipsky, sino también las innumerables vicisitudes del viaje, comentarios inesperados, bromas, encuentros, situaciones incómodas, interrupciones, etc.

Es en este texto en el que se basa “The end of the tour”, y el filme es casi una traslación a la pantalla de lo ya reproducido por Lipsky en su libro. De ahí que su principal valor, no cinematográfico, sea el diálogo, la inmensa habilidad del fallecido escritor para expresarse, su agudeza a la hora de comprender e interpretar todo aquello que le rodea, su curiosidad y capacidad de observación, su angustia, su inteligencia y su genuina ingenuidad. En resumen, todo aquello que hizo de David Foster Wallace una figura especial, en todos los sentidos que podríamos aplicar a este ambiguo adjetivo.

Es aquí donde, inintencionadamente, fracasa “The end of the tour”: en pretender ser un fiel retrato de la persona (personaje) en toda su complejidad. Jason Segel se enfrenta a una tarea casi imposible y, aunque el esfuerzo es loable, la presentación del escritor que hace el filme roza en todo momento la caricatura, por cuanto en cierta manera el propio Wallace ya demostraba una singularidad que facilitaría cualquier tipo de exageración.

Recordemos que, además, las películas suelen necesitar un conflicto que las haga avanzar, y el héroe o protagonista (aquí, Lipsky) ha de enfrentarse a un problema, aprender de él y regresar al hogar dando un rodeo, habiendo madurado y crecido como persona. De ahí que la brillante imagen del mundo que se trasluce de lo que Wallace dice se vea oscurecida por la necesidad del filme de insistir en polemizar la relación entre ambos, inventando un innecesario argumento basado en la lucha del ego de Lipsky por sobrevivir al encuentro con “el” genio.

Y, sin embargo, la película sigue funcionando como el homenaje al fascinante, irreverente, melancólico e inteligente David Foster Wallace que David Lipsky quiso hacer al publicar los días que compartió con el escritor allá por 1996, y consigue que nos acerquemos un poco más a la que sin duda es una de las figuras más atractivas de la literatura contemporánea.

 

 

 

Anterior crítica de cine: “Los exiliados románticos”, de Jonás Trueba.

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