“Parece que todo el cine de HHH se construye a través de un entrenamiento de la mirada, en el que los planos van adquiriendo significado poco a poco, a medida que el espectador va identificando todos los elementos que lo componen”
“The Assassin” (“Nie yin niang”)
Hou Hsiao-Hsien, 2015
Texto: HÉCTOR GÓMEZ.
A primera vista, podría parecer extraño encontrar una película adscrita al género del wuxia dentro de una filmografía como la de Hou Hsiao-Hsien, caracterizada por las historias sencillas e intimistas que al mismo tiempo reflejan una sociedad tan peculiar como la taiwanesa. Sin embargo, solo es necesario asomarse a los primeros minutos de “The Assassin” (Nie yin niang, 2015) para comprobar que estamos en pleno territorio HHH. Aquí no encontraremos piruetas que desafían las leyes de la física ni coreografías imposibles. Las escenas de combate, por el contrario, son ráfagas que duran un abrir y cerrar de ojos, pareciendo que la acción verdadera tiene lugar en el interior de las mentes atribuladas de los personajes.
Y es que “The Assassin” debe verse como una lógica continuidad en el cine de Hou, quien no estrenaba una película desde “El vuelo del globo rojo” (“Le voyage du ballon rouge”, 2007). Ocho años en los que el maestro taiwanés ha estado preparando este sueño que acariciaba desde niño, cuando leía las novelas de espada y brujería que tanto le influyeron pero que no obstante parecen tan lejos de sus coordenadas cinematográficas. Pero Hou consigue llevarse la historia (y al espectador) a su terreno, construyendo un relato de trama enrevesada y destilándolo poco a poco a través de planos largos en los que la cámara se mueve de forma sibilina y distante, de la misma forma que la protagonista (magnética Shu Qi) se desenvuelve entre los árboles o los tejados sin ser vista.
Parece que todo el cine de HHH se construye a través de un entrenamiento de la mirada, en el que los planos van adquiriendo significado poco a poco, a medida que el espectador va identificando todos los elementos que lo componen. Por eso Hou se toma su tiempo en pasar de un plano a otro, siempre alargando la escena a la espera de un pequeño detalle, un gesto imperceptible. Y es a partir de estas pequeñas perturbaciones como se edifica un relato que en otras manos conllevaría un torrente de movimiento y efectos pirotécnicos. Sin embargo, en Hou todo parece medido a la perfección, incluido un ritmo que nos acuna con la tranquilidad de la contemplación hasta que nos sacude con pequeñas pero contundentes dosis de acción.
“The Assassin” supone, en definitiva, el regreso del mejor Hou Hsiao-Hsien. Una película subyugante por su recreación de la China del siglo IX, pero sobre todo por su capacidad de expresar tanto con tan poco. Un film que pide a gritos segundos e incluso terceros visionados. No ya solo para terminar de entender una trama diabólicamente compleja (y cuyo montaje no ayuda a entender en toda su magnitud), sino principalmente para dejarse seducir con imágenes de infinita belleza.
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