“El diálogo es revelador de la virtud y la honestidad de la que hacen gala los personajes de ‘Spotlight’, un periodismo sin héroes ni espectáculo, que desdeña la fugacidad del hecho aislado y espera pacientemente su oportunidad para asestar un golpe mortal a la lógica sistémica”
“Spotlight”
Tom McCarthy, 2015
Texto: JORDI REVERT.
En la quinta y última temporada de la imprescindible “The wire” (“Bajo escucha”, David Simon, HBO: 2002-2008), un personaje se abría paso en el ya consolidado cosmos de la ciudad de Baltimore. Se trataba de un periodista del The Sun llamado Scott Templeton, incorporado por el actor y director Tom McCarthy. Pronto Templeton se postuló como el centro gravitacional del retrato que abordaba aquella temporada del mundo del periodismo: un personaje que representaba una posición laxa dentro de la ética periodística que, evidentemente, encontraba aliados en su afán de protagonismo y opositores en defensa de una inmaculada visión de la profesión. Pese a los obstáculos, sin embargo, Templeton encontraba premio a su ambición y la serie constataba de este modo su pesimista punto de vista con respecto a los medios de comunicación como institución fundamental en el mapa social.
Con “Spotlight”, su quinto largometraje como realizador, el propio Tom McCarthy demuestra que aquel papel que desempeñó en “The wire” implicaba una consciencia del estado de las cosas que ha acabado canalizando en rotunda reacción. Es decir, frente a la crisis de los valores dentro del periodismo de investigación, McCarthy ha respondido con la crónica precisa de uno de sus episodios más encomiables, aquel que protagonizaron varios periodistas del “Boston Globe” al destapar en 2002 las extendidas prácticas de pederastia en el seno de la Iglesia Católica en la capital de Massachusetts.
El grupo Spotlight que bautiza la película enarbola todo aquello que ese periodismo aspira a ser en su vocación denunciadora de injusticias y transformadora de realidades sociales. Y el retrato que el director da de ese capítulo glorioso convierte a un posible desencantado –aquel que se podría inferir del hecho de interpretar a Scott Templeton− a un ferviente creyente de que el periodismo puede y debe seguir aspirando a desempeñar ese decisivo rol social. A pesar de todo. Para ello, sigue amparándose en la austera caligrafía política apuntada en “The Visitor” (2007) y le imprime una intensidad y un compromiso de los que el Alan J. Pakula de “Todos los hombres del presidente” (“All the president’s men”, 1976) hubiera estado orgulloso. En su pasión fría, sin embargo, lo interesante es el modo en que deja traslucir un discurso que hoy pareciera perteneciente al reino de la utopía, pero que se torna real con desconcertante sencillez y a través de sus personajes.
En una escena clave para la construcción de esa ética, el nuevo director del Globe e impulsor de la investigación, Marty Baron (Liev Schreiber), se reúne con un alto cargo de la archidiócesis de Boston, quien le sugiere poner sus esfuerzos en común y colaborar. La respuesta de Baron es que a su juicio, la prensa debe trabajar en solitario para hacer bien su trabajo. El diálogo es revelador de la virtud y la honestidad de la que hacen gala los personajes de “Spotlight”, un periodismo sin héroes ni espectáculo, que desdeña la fugacidad del hecho aislado y espera pacientemente su oportunidad para asestar un golpe mortal a la lógica sistémica. Una visión que se construye no sin obstáculos ni encrucijadas, a través de fricciones y acuerdos entre personajes que exhiben la misma sobriedad que el conjunto –y en los que cabe desde la impulsividad del periodista incorporado por Mark Ruffalo al escepticismo y la veteranía de los interpretados por John Slattery y Michael Keaton−, y que no es descabellado alinear con “La gran apuesta” (“The big short”, Adam McKay, 2015) como valiente muestra de un cine profundamente crítico y reflexivo en un tiempo y una industria poco inclinados a ello.
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