«Por supuesto que la visión es fragmentaria y la historia la oficial, pero eso no le resta un ápice de su valor»
«Crossfire hurricane»
(Brett Morgen, 2012)
Texto: JUAN PUCHADES.
Los documentales oficiales son el último gran producto comercial del rock: el «documentado» participa de la producción, se lleva la pasta por algo que considera suyo (su propio relato vital) y, absolutamente esencial, cuenta la historia («su» historia) como le viene en gana, ajustada a su medida, a sus necesidades. Así, Martin Scorsese se puso al servicio de Dylan en «No direction home» y de los herederos de Harrison en «Living in the material world». Antes, los supervivientes y herederos de los Beatles dieron forma a ese festín visual-narrativo que es «Anthology». Esos podrían ser los ejemplos más paradigmáticos, pero el modelo de documental oficial, en el que la verdad es la que el interesado quiere que sea (las voces discordantes se silencian, los malos recuerdos se olvidan), se ha ido extendiendo en la última década cual mancha de aceite, ¡incluso han proliferado a escala local! Son, en todo caso, films que hay que ver y que no por unidireccionales resultan menos entretenidos, solo hay que guardar la suficiente distancia o espíritu crítico al contemplarlos.
Entre el programa de festejos que diseñaron los Rolling Stones para celebrar sus cincuenta años en activo, por supuesto, se incluyó la realización de un documental. Pero como los Stones, por alguna razón que escapa al entendimiento racional, tienen una cierta tendencia a la cutrez (observénse sus ediciones remasterizadas de hace tres años, de una pobreza en la presentación que daba ganas de llorar), en lugar de recurrir al modelo de los Beatles en «Anthology» y preparar una intensiva serie documental, de media docena de capítulos o así, a la altura de su grandeza (y extrema longevidad), han decidido realizar una peli de algo más de dos horas, estrenarla en cines, pasearla por teles digitales o de cable (Canal + en España) y luego publicarla en deuvedé (estará disponible en enero). Poco metraje para tan dilatada conmemoración. Para la dirección eligieron a Brett Morgen, experto en la realización de documentales: como Scorsese ya trabajó con ellos en «Shine a light» (2008), ahora han echado mano de un cineasta mucho más modesto, aunque perfectamente funcional.
Metidos en faena, lo primero que llama la atención de «Crossfire hurricane», y así se advierte en los primeros minutos, es que se cuenta con la colaboración de Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts, Ronnie Wood e incluso Mick Taylor y Bill Wyman, pero, ¡agárrense!, ¡no han querido ser filmados! Solo se escucha su voz en off rememorando el pasado. Alucinante (sobre todo porque la película la producen ellos mismos). Además, en la versión emitida en España, sus voces han sido dobladas (no subtituladas), lo que lleva en algunos momentos a no tener muy claro quién dice qué. Pero, superados tales avatares, se disfruta de una película que recurre, principalmente, a tomas del grupo en directo (los discos prácticamente no existen), arrancando con imágenes en escena de los primeros setenta para echar atrás, chapotear en los recuerdos de los primeros tiempos, en la forma de componer, en el éxito, en las fans, reivindicar su papel como revolucionarios en la década de los sesenta, se muestran un tanto contritos por la muerte de Jones (pero dejan claro que se fue él y que aquello no tenía sentido), saltamos al backstage y al escenario del festival de Altamont (tremendas imágenes: ver a Jagger con cara de susto es acojonante, tocando con el público pegado a él) para que no tengamos dudas de que ellos no tuvieron nada que ver (tanto tiempo después, aquel asesinato todavía debe de escocerles), se pasa por los días de drogadicción de Richards, nos dejan ver un poco del sexo en gira y del ambiente en camerinos, incluso tenemos un plano del culo de Jagger y ya saltamos a los macroconciertos de las últimas décadas. Con tanta toma en vivo es revelador contemplar cómo, hasta finales de los años setenta, en escena, los Stones era un grupo que se desenvolvía en pocos metros cuadrados, con todos ellos formando una piña. Sin embargo, desde los ochenta, con la reconversión a banda de estadios al aire libre, llegaron los escenarios gigantescos, la distancia entre ellos creció y Jagger, del nervudo y bailongo intérprete de antaño, pasó a transformarse en el deportista que todos recordamos. Ese es el viaje de los Rolling Stones: de una banda de sudoroso rhythm and blues, a una formación que mueve una maquinaria infernal por y para el espectáculo.
Cuando alcanzamos el final de la película, todo ha pasado como un suspiro. Y eso está bien, muy bien. Pero ante la cantidad de material filmado de excelente calidad que permanece inédito y del que aquí solo atisbamos algunas muestras, se hace más evidente que la opción de haber preparado una serie documental, o por lo menos dos partes, no habría estado nada mal. En todo caso, si te preguntas si merece la pena ver «Crossfire hurricane», la respuesta es sí, por supuesto. Es más: no hay que perdérsela, de ningún modo. Evidentemente, la visión que plantea es fragmentaria y la historia la oficial, pero eso no le resta un ápice de su valor: también hay que conocer la «verdad» oficial para intentar comprender todos los enfoques alrededor de un grupo.
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Anterior entrega de cine: “Infancia clandestina”, de Benjamín Ávila.