Cine: “Pixels”, de Chris Columbus

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“La escasa capacidad de Adam Sandler para el reciclaje (o su nula intención de renovación) repercute negativamente en todo aquello que podría salvarse de “Pixels”, arrastrando consigo los breves destellos de genialidad que hay en el filme”

 

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“Pixels”
Chris Columbus, 2015

 

 

Texto: ELISA HERNÁNDEZ.

 

 

Adam Sandler, metido una vez más en la piel de un cuarentón con visos de perdedor que busca la redención, presenta la nueva entrega del subgénero en que ya se ha convertido su persona fílmica. El resultado es la conversión de una idea muy original y con un enorme potencial visual en eso mismo: otra película de, por, con y para Adam Sandler y su séquito habitual.

“Pixels” se basa en un encantador y curioso cortometraje del mismo nombre en el que gran cantidad de videojuegos de los años 80 invaden la ciudad de Nueva York en 8 bits y terminan por convertir todo en píxeles. Sin necesidad de diálogos o protagonistas humanos, esta breve obra desarrolla visualmente una premisa muy inteligente pero sin posibilidad de expansión, dejando al espectador con una sonrisa proveniente de la sensación de haber presenciado dos minutos de pura genialidad.

A la hora de decidir adaptar a largometraje un material previo de estas características, es de vital importancia tener en cuenta la enorme dificultad que conlleva la creación de toda una estructura narrativa que amplíe lo necesario para conseguir una película que funcione como tal sin perder aquello que hacía especial el punto de partida. En “Pixels” es inmediatamente flagrante la inexistencia de cualquier reflexión de este tipo.

Como hacen tantos filmes últimamente, el recurso a la nostalgia está ahí y la visión en pantalla de Pac-Man recorriendo las calles de Manhattan o los enormes ciempiés del Centipede volando sobre Londres resulta lo suficientemente llamativa y atractiva como para convertirse en lo mejor de la película. Sin embargo, no sirve para compensar que el resto sea una colección desordenada de chistes fáciles sobre nerds, geeks y otros perdedores, entre los que se intercalan los intentos de Adam Sandler de “llevarse a la chica”.

No es el momento (y probablemente nunca debería serlo) de entrar a valorar cómo funciona el humor o por qué a veces nos reímos (o no) de cosas diferentes. Sin duda gran parte del público disfrutará con muchos de los gags y bromas que hay aquí, pero lo que resulta innegable es que muy pocos recursos cómicos son capaces de aguantar y mantenerse frescos cuando son sometidos a una repetición hasta la saciedad. La escasa capacidad de Adam Sandler para el reciclaje (o su nula intención de renovación) repercute negativamente en todo aquello que podría salvarse de “Pixels”, arrastrando consigo los breves destellos de genialidad que hay en el filme, apagándolos y ahogándolos en la insustancialidad más absoluta.

 

 

Anterior crítica de cine: “La mirada del silencio”, de Jossua Oppenheimer.

 

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