Cine: «Perdida», de David Fincher

Autor:

«Es una exhibición de músculo narrativo sin miedo a saltar al vacío. Una de las mejores y más desafiantes películas del año»

perdida-11-10-14

«Perdida»
(«Gone girl», David Fincher, 2014)

 

 

Texto: JORDI REVERT.

 

 

El rostro de Rosamund Pike y una mano que acaricia su cabeza. La imagen sirve como apertura y cierre acompañada de la voz en off reflexiva de Nick Dunne (Ben Affleck) sobre esa cara llena de misterio y belleza, sobre una mirada que sintetiza el amor y el conflicto. Lo que cambia de una a otra es la percepción del espectador zarandeado durante dos horas y media de provocadores meandros narrativos. El relato que despliega «Perdida» empieza con una desaparición que parece apuntar a la trama de sobremesa, continúa con un ensayo sobre la vida matrimonial, vira hacia un intensísimo «thriller» con ruido de fondo social y acaba culminando en una retorcida película de terror inscrita en la aparente normalidad de lo cotidiano. Resulta casi imposible imaginar una obra más compleja a partir de una premisa tan sencilla. También, resulta harto difícil imaginar que dicha obra alcanza una densidad e intensidad tales en otras manos que no fueran las de un brillante explorador del género como David Fincher.

Fincher, recordemos, ya había hablado de las frustraciones contemporáneas en el marco de una investigación eternamente inconclusa, en «Zodiac» (2007) y sobre la persistencia del mal entre la nieve y las frías mansiones de la clase alta en «Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres» («The girl with the dragon tattoo», 2011). Si en esta última la pureza blanca de los paisajes remotos de Suecia parecía aislar esa esencia maligna, en «Perdida» el director la pone a dialogar con la opinión pública y su inestable construcción de la verdad. Su película no es solo lo arriba descrito, es también uno de los golpes más certeros y salvajes que el cine ha dado contra el mediatismo sin freno, contra el periodismo irresponsable y la participación también irresponsable del espectador social. El realizador aplica ese discurso sobre la seducción de las masas a los múltiples recodos y niveles de la historia de Gillian Flynn sobre su propia novela: desde el aberrante «talk show» televisivo y las reacciones que suscita en los protagonistas al relato de un secuestro en una habitación repleta de crédulos agentes del FBI y una sola policía escéptica.

Pero además, «Perdida» es una exhibición de músculo narrativo sin miedo a saltar al vacío. La polifonía de puntos de vista y la ruptura constante de la línea temporal dan como resultado una narrativa frenética y al tiempo precisa cual mecanismo de reloj suizo. Fincher demuestra su capacidad para construir sentido a partir de lo fragmentario, conduciendo al público a través de un arrebatado viaje a través de los infiernos personales y públicos que podría no concluir nunca. En ello tienen mucho que ver las interpretaciones calculadas y aún así viscerales de Affleck y Pike, pero también el montaje magistral de Kirk Baxter y el contrapunto sonoro de Trent Reznor y Atticus Ross. Facetas artísticas y técnicas cuya extraordinaria armonía se revela aún más efectiva en la conclusión más inquietante y tortuosa posible, unos venenosos puntos suspensivos que culminan una de las mejores y más desafiantes películas del año.

Anterior crítica de cine: “Frank”, de Lenny Abrahamson.

Artículos relacionados