Cine: «Kauwboy», de Boudewijn Koole

Autor:

«Una historieta relativamente parca en su forma, pero intensa y perseverante en sus ganas de transmitir vitalidad»

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«Kauwboy»
(Boudewijn Koole, 2012)

 

Texto: CÉSAR USTARROZ.

 

En la fábula acomoda su residencia la penetrativa y esclarecedora alegoría, diligente recurso que permite desbloquear el asfixiado entendimiento con el que pasamos sin pena ni gloria los días en esa cadena de montaje que es la vida, y que va a dar al desagüe. En ocasiones se precisa de llaneza para relajar la psique sin que el mensaje ejemplarizante nos haga saltar la tapa de los sesos.

“Kauwboy” empaqueta con una empática puesta en escena la sustitución de los lazos paterno-filiales por la compañía de un animal. Amiguete de la botella, sin logro ni efecto consigue Ronald (Loek Peters) atraer para sí el amor de su hijo Jojo (Rick Lens). Los dos caminan sin brújula –por sendas opuestas– desde que la desaparición de la figura materna hiciera desprender el ancla que daba sentido a la unidad familiar. Pero las aptitudes regenerativas que asignamos a la infancia no conocen límites. Jojo descubrirá en un pequeño grajo el afecto recíproco que infructuosamente obtiene de su padre. Y desde ese punto de partida, el argumento oscilará por pasajes que conceden vigor e intensidad dramática a una historieta relativamente parca en su forma, pero intensa y perseverante en sus ganas de transmitir vitalidad, con inusual capacidad de síntesis, virtud poco menos que ilocalizable en el cine contemporáneo a pesar de menudearse la duración del plano hasta el paroxismo.

Para que este breve relato levante el vuelo, Boudewijn Koole se sirve de un guion sin requiebros. No se precisan estridencias ni saltos en el tiempo para conjugar el verbo. El texto se inscribe en esa consecuencia del pasado que pernocta en el presente simple, expresando un punto de vista que queda subordinado a la inocencia del protagonista, en una exposición de sentimientos tan directa como la que exterioriza un niño cuando escupe lo primero que se le pasa por la cabeza.

“Kauwboy”, sin derrocar a “Kes” (Ken Loach, 1969), consigue traer de vuelta a la memoria al mayor cetrero que ha parido el cine social de las últimas décadas. Una visitación que, como diría Juan Manuel de Prada –amojamado fauno que vocifera cruzadas– no es sino resultado de la intermedialidad. Y bajo esta picaresca interpretación, se expanden las fronteras de los enunciados reescribiendo lo cocinado.

Anterior entrega de cine:  “Rebelle”, de Kim Nguyen.

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