«Interesante ejercicio de estilo que parte de patrones conocidos para elaborar su propia galería emocional y tesis vital: la redefinición de uno mismo como actitud de resistencia y avance»
«Frances Ha»
(Noah Baumbach, 2012)
Texto: JORDI REVERT.
La idea de la fractura está en el título, explicada en un último plano que sintetiza la aceptación de lo eternamente incompleto. El apellido partido de Frances habla de una identidad también partida cuando su mejor amiga se distancia, su carrera profesional se trunca y su sustento económico peligra. Y sin embargo, «Frances Ha» no es el relato auto-compasivo de una superviviente, sino que termina por revelarse como una alegre celebración de ese yo en continua reinvención.
En «Roma con amor» («To Rome with love», Woody Allen, 2012), Greta Gerwig era el amor olvidado en lo cotidiano, frente a la seducción de la musa efímera que era Ellen Page. El diálogo frente a Jesse Eisenberg entre la mujer idealizada pero virtual y la real desterrada en la rutina era, de hecho, lo mejor de una película irregular. En «Frances Ha» –producida el mismo año– Gerwig, que coescribe el guion junto a Noah Baumbach, deja clara sus filiaciones allenianas. Los diálogos, afilados y vivaces, se alían con una estructuración de los personajes y sus interrelaciones directamente heredada de los modelos del director neoyorquino, mientras que la fotografía en blanco y negro se desvela como cita directa a la imprescindible «Manhattan» (1979).
A partir de ahí, el tándem propone una variante personal en la que la primera se constituye alma del proyecto y el segundo se aleja de su versión más áspera –»Margot y la boda» («Margot at the wedding», 2007)–, moldeado por la gestualidad cómica de su protagonista y con eventuales fugas a las vertientes procaces de la Nueva Comedia Americana. En este sentido, la cinta de Baumbach y Gerwig –aunque solo esté firmada por Baumbach– es un interesante ejercicio de estilo que parte de patrones conocidos para elaborar su propia galería emocional y tesis vital: la redefinición de uno mismo como actitud de resistencia y avance, mensaje nunca tan pertinente en un contexto de crisis que no pasa por alto la película.
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Anterior crítica de cine: “El desconocido del lago”, de Alain Guiraudie.