Cine: “El viaje de Arlo”, de Peter Sohn

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“Recuerda a muchos clásicos Disney (en especial, y sin querer desvelar demasiado del argumento, ‘El rey león’) y en el fondo no es más que una tradicional historia de coming-of-age’ en la que un joven madura emocional y racionalmente a partir de un complicado periplo y de superar todas las piedras que le aparecen en el camino”

 

 

 

“El viaje de Arlo”
Peter Sohn, 2015

 

 

Texto: ELISA HERNÁNDEZ.

 

 

“El viaje de Arlo” es el nuevo filme de Pixar y, como suele ocurrir con las producciones salidas de este estudio, llega con unas expectativas muy altas de las que es muy difícil salir bien parado. Aunque las comparativas son odiosas, resulta inevitable pensar que “El viaje de Arlo” no es “Inside out” (Pete Docter, 2015) o “Wall-E” (Andrew Stanton, 2008). Pero si uno quiere jugar a rankings y clasificaciones, entonces es necesario añadir que “El viaje de Arlo” tampoco es “Cars” (Joe Ranft, John Lasseter, 2006) ni, mucho menos, “Cars 2” (John Lasseter, 2011).

La película es entrañable y divertida, aunque ciertamente irregular. Esto no quiere decir que tenga escenas o secuencias mucho “mejores” que otras, sino que varía continuamente en lo que a “estilo” (por falta de una palabra mejor) se refiere. En ocasiones el joven dinosaurio protagonista es apaleado en más de un sentido y lucha dramáticamente por seguir levantándose a pesar de las dificultades, remitiendo casi a un melodrama. Otros fragmentos parecen querer crear una parodia o pastiche de otros géneros cinematográficos, en concreto el western, haciendo avanzar la acción a base de juegos de palabras y gran variedad de guiños. Hay momentos (tal vez los más enternecedores) en los que se recurre a un humor basado menos en diálogos ingeniosos y más en gags visuales derivados de lo curioso del dúo formado por un dinosaurio y un niño humano.

Algo más oscura que muchas de sus predecesoras más recientes, a nivel de historia y narración “El viaje de Arlo” recuerda a muchos clásicos Disney (en especial, y sin querer desvelar demasiado del argumento, “El rey león”) y en el fondo no es más que una tradicional historia de “coming-of-age” en la que un joven madura emocional y racionalmente a partir de un complicado periplo y de superar todas las piedras que le aparecen en el camino, aprendiendo de todas las experiencias para finalmente regresar al hogar convertido en un hombre. Resulta bastante seguro afirmar pues que en este sentido la película no aporta ninguna novedad e incluso reutiliza ciertos tropos y recursos (como la ya mencionada “pareja inesperada que termina por llevarse bien”) sin ni siquiera intentar reciclarlos.

Sin embargo, a pesar de la falta de originalidad en estos aspectos, el filme resulta entretenido y emocionante y es, sobre todo, una maravilla visual. Tremendamente cuidados y preciosistas, los paisajes que recorren los personajes muchas veces les roban el protagonismo, convirtiéndose en toda una experiencia sensorial y ayudando a recordar por qué vale la pena ir a una sala de cine.

 

 

 

 

 

Anterior crítica de cine: “Sicario”, de Denis Villeneuve.

 

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