“Extraordinario Borja Espinosa, en el que se vislumbran pequeñas explosiones de ira o patetismo sin una pizca de afectación o impostura, arranques apenas perceptibles y subordinados a una apatía hipnótica y errante”
“El camino más largo para volver a casa” (“El camí més llarg per tornar a casa”)
Sergi Pérez (2014)
Texto: JORDI REVERT.
La muerte de un ser querido deja a su paso lo cotidiano devastado. De repente, y sin tiempo para asimilarlo, la realidad de todos los días se resquebraja en grietas por las que se cuela la insoportable ausencia hasta invadirlo todo, hasta hacer irrespirable el aire. El protagonista de “El camino más largo para volver a casa” ha sido devorado por esa ausencia, y su casa es el refugio del que no ha salido en mucho tiempo. Cuando se ve obligado a salir para salvar a su perro moribundo, la herida queda expuesta a los encuentros hasta entonces esquivados, a las miradas compasivas de los otros. Y entonces la herida escuece, el dolor se intensifica y también la necesidad de volver a ese refugio.
Ese camino de hora y media invadido por la angustia es el viaje homérico reinterpretado en clave urbana, una odisea mortecina en la que la cámara mantiene siempre una ética implacable: con ella, el cineasta Sergi Pérez escruta en el rostro de la depresión desde la distancia corta y la enmarca desde la media distancia a través de ese tránsito por una cotidianeidad enrarecida, ya ajena e irreconocible. Lejos de ahogarse en la fatalidad contemplativa, da la impresión de que cada plano está cuidadosamente calculado, que cada encuadre tiene una correspondencia íntima con los interiores del personaje. La suma de esos momentos es una obra que se define como un estado de ánimo, este es, el del desgarro. En ello gran parte de culpa tiene un Borja Espinosa extraordinario, en el que se vislumbran pequeñas explosiones de ira o patetismo sin una pizca de afectación o impostura, arranques apenas perceptibles y subordinados a una apatía hipnótica y errante.
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