«Solo os pido un poco de sexo. Yo creo que así podría mejorar un poco la cosa»
«El camino de vuelta»
(«The way way back», Nat Faxon & Jim Rash, 2013)
Texto: CÉSAR USTARROZ.
Queridos Reyes Magos,
Este verano he pasado unas vacaciones de escándalo en la casa que el nuevo novio de mi mamá tiene en la playa. Le gusta que le llamen Trent, pero sé que su verdadero nombre es Steve Carell. No le llaméis así, pues cree que Trent le da un aire más serio y distinguido. La verdad, a mí no me hace ni pizca de gracia el Trent este. Todo el día me está tocando los huevos. ¡“Duncan eres un rancio”, me dice! Que si me paso el día encerrado en mi apartamento, que si no hago nada, que si tengo que aprovechar el verano… ¡Anda a hacer hostias por ahí! Sí, ya lo sé, tengo que ser bueno. Os prometo que no he dicho ningún taco, pero es que ahora me enciendo y me suelto, no lo puedo evitar. El caso es que mi mamá está encantada con él. Tras la separación no ha levantado cabeza. Y es que la pobre desgraciada necesita un poco de cariño…
Nada más aterrizar nos salió al encuentro una vecina que parecía conocer al idiota de Trent bastante bien. Aunque un poco cansina, Betty tiene las tetas grandes y es muy simpática, quizá sea porque le gusta empinar, aunque no se le empina tanto como a Trent (yo que pensaba que era un poco “gayer”, y no veáis como se cruje a la marrana de Joan en cuanto tiene oportunidad). ¡Ah, que no os lo he dicho! La Betty tiene una hija que está buenísima. Susanne, se llama la tía. Aunque es un poco rara me he hecho ya un montón de pajas con el piquito que me dio de despedida. Susanne tiene un hermanito bisojo. Majete el chaval. Y muy ocurrente para lo enano que es. Estos vecinos son un poco extraños…
El primer día me obligaron a ir a la playa con la hija que nos ha encasquetado Trent de su anterior matrimonio. ¡Qué poco me gusta el sol! Y mucho menos quitarme la camiseta a los ojos de la guarra de mi hermanastra, que se pasa todo el día bronceando sus magras carnes con las cochinas de sus amigas. En fin, que no me encontraba a gusto en ningún lado. ¡Un coñazo tremendo! Todo el mundo contando chistes malísimos, organizando unas quedadas que eran un peñazo… Menos mal que un día agarré la bicicleta y me pasé por el parque acuático. Allí me hice amigo de Owen (Sam Rockweell para los amigos). ¡Fijaros si es cañero que estaba jugando al Pacman cuando le conocí! Y es que aunque sea un poco abuelete está hecho un chaval. ¡Y cómo se enrolla! ¡Hasta me consiguió un currelo de extranjis como socorrista! Se le ve un poco quemado con la vida y tal. Y las gracietas que cuenta no acaban de levantarme el ánimo (¿os he dicho ya que soy un poco seco?). Pero es que el pobre Owen trabaja a la fuerza. Es como si le obligaran a actuar en una película malísima, no sé si me explico, lo mío no son las metáforas.
Aunque Owen me ha ayudado a pasar el rato me vuelvo a casa bastante desanimado. En el fondo todo esto ha sido una mierda. ¡A ver si me zumbo a Susanne el año que viene!
Solo os pido un poco de sexo. Yo creo que así podría mejorar un poco la cosa.
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Anterior crítica de cine: Cine: “Capitán Phillips”, de Paul Greengrass.